Opinión

¿Cómo fabricar ciudadanos?

Por Roberto Matosas


La educación fabrica ciudadanos. Su materia prima principal es la materia gris pero esta no crece como la lechuga sino con una instrucción de excelencia y programada. En las últimas décadas aprendimos más sobre el cerebro que en toda la historia previa, conocimientos que impactan en educación, economía y política. El circuito evolutivo del cerebro implica que nada está escrito en la historia del hombre, que todo depende de la educación. Los lóbulos frontales del cerebro son el “órgano de la civilización”. Allí radica la esencia de un individuo, el núcleo de la personalidad, los impulsos y las ambiciones. Sólo en los humanos alcanzan un desarrollo significativo y allí se realizan las funciones más avanzadas y complejas del cerebro, las funciones ejecutivas: son la sede de la intencionalidad, la previsión y las decisiones complejas. Los lóbulos frontales son al cerebro lo que un general a un ejército o el director ejecutivo a una empresa. Debemos poner al frente del cerebro social de la educación, que es la que desarrolla los cerebros individuales, a los mejores directores de la orquesta.
Calidad educativa. Los primeros son los países asiáticos y, los últimos, los de latinoamérica. A Shanghai (China) le sigue Singapur; Hong Kong (China); Taiwan, Corea del Sur, Macao (China) y Japón.
Los chicos asiáticos estudian más horas que los occidentales, condición básica del rendimiento. Su herencia cultural de trabajo duro deriva del cultivo de arroz. Según reza el proverbio chino: Nadie que se levanta antes del amanecer durante 360 días al año deja de hacer a su familia rica. En Occidente, las vacaciones son parte de la cultura. Se comprobó que los niños pobres aprenden más que sus pares ricos, pero sin ir a clase, decaen por falta de estímulos. Una escuela marginal del Bronx al aumentar el 60% las horas de clase mejoró tanto el rendimiento que el 80% ingresó a la universidad. El programa se extiende ahora a todo EE.UU.
Hacer de la educación una política de estado. La vanguardia de la economía mundial se basa en el conocimiento. Las mediciones relacionan el éxito con las políticas económico-sociales y la educación que se brinda ¿Pero cuál está primero? Aun así sólo una pequeña proporción de estudiantes alcanza los niveles más altos. Esto revela que hay mucho que avanzar aun en los países mejor posicionados. Otra diferencia es la situación socioeconómica de las familias. Muchos alumnos afrontan el doble problema. Vienen de un medio desfavorable y asisten a escuelas sin recursos. La escuela debe tener la capacidad de romper esa profecía de la cuna. Entre los datos obtenidos está el grado de felicidad que sienten los adolescentes. Perú, el país con peor rendimiento, aparece tercero entre los más felices, mientras que Shanghai, se ubica en el lugar número 28.
Corea del Sur se paraliza ante un examen de ingreso a la universidad. El país se detiene para examinar a los que van a ser los dirigentes futuros del país. Hasta la bolsa de Seúl abre una hora más tarde para que nada perturbe a los estudiantes. Compañeros, amigos y familiares acuden a los centros de evaluación para estimularlos con pancartas. Muchos padres rezan en templos budistas. La cara negativa es la presión que se ejerce sobre los estudiantes que llegan al suicidio cuando reprueban sus exámenes. La educación es allí cuestión de vida o muerte.
Los niños y jóvenes en muchos de nuestros países, interpretan que vale de poco trabajar, hacer méritos y ajustarse a la ley. En la edad de los principios, no maman los PRINCIPIOS. Con una escuela desarticulada y sin respuesta, no hay cultura del esfuerzo y no creen que sea importante ir a la escuela y estudiar. Antes, los padres reprendían a su hijo, ahora, culpan a la maestra. Tampoco hay docentes comprometidos, creativos, que amen su profesión, actualizados y bien pagos. Se necesitan padres que apoyen la tarea de aprender y a la escuela. Hay que exigir para lograr resultados. Sin proyecto ni valoración social, la escuela no puede exigir. También precisamos un estado moderno: "que sea parte de la solución y no parte del problema".
Si los países ricos fracasan conviene compararlos ¿Cómo hicieron otros para ser primeros? Y en economía: ¿Cómo hicieron los países sin recursos naturales para ser potencias ¿Cómo hicieron algunas potencias de comienzos del siglo XX para convertirse en una fábrica de pobres? La primera pregunta la responde Finlandia. Hace 10 años cambió de rumbo haciendo de la educación su política de estado. Ahora para ser maestro hay que tener título universitario y para estudiar no hay que ser rico, todos tienen igualdad de oportunidades. La segunda respuesta la dio Japón. Destruido en la 2da guerra mundial estudió cómo se fabricaban los productos en el mundo, los mejoraban y reducían su costo. Transformaron una isla sin recursos en la factoría de productos elaborados más grande del mundo.
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