Opinión

Hay mucho en juego

Por Otto Granados


En condiciones más o menos razonables, cundo un ciudadano concurre a una elección tiene que formularse al menos dos preguntas, una consiste en responder si el día de la elección ese ciudadano, su familia, su entorno o el país están mejor que antes, y la otra es seleccionar que candidato a diputado, alcalde o gobernador le parece el más adecuado para esos trabajos o bien para el futuro de su estado o del país. En la medida en que ese ciudadano vote de manera razonada, lógicamente será mucho mejor para él y para todos y para eso necesita contar con información veraz y suficiente. Y vamos a hablar precisamente de esto:

La primera cuestión tiene que ver con la economía y con el empleo. El gobierno federal prometió que el país crecería al 4% anual, por lo menos y, sin embargo, desde el año pasado, es decir, antes de la pandemia, la economía no creció ni una décima y este año será mucho peor. Lo que llama la atención es que, si bien la economía mundial va a caer entre 3 ½ y 4 por ciento, la de México caerá a más del doble, es decir, entre 9 y 10 por ciento. ¿Qué fue lo que pasó? Pues que otros países tomaron a tiempo medidas para reactivar la economía y ayudar a las familias y a las empresas y México sencillamente los dejó caer.

Con este antecedente, este será un sexenio perdido. Todos los pronósticos apuntan a que mientras el PIB por persona aumentó 7.2% entre el 2013 y 2018, entre 2019 y 2024, o sea, en este gobierno, va a caer casi 6%. 

El segundo tema es que el gobierno federal insiste en su discurso anticorrupción pero la realidad es la opuesta: según el INEGI, la corrupción no solamente ha crecido, sino que es un poquito más cara, en 2019 le costó al país un 64% más que en 2017; en 2019, cada víctima habría gastado, entre sobornos y mordidas, 3 mil 800 pesos en promedio, un aumento del 56% en comparación con 2017. Y a ello hay que añadir la corrupción a gran escala, que es cuando las adjudicaciones directas son el mecanismo favorito para asignar contratos públicos a nivel federal: entre enero del 2019 y noviembre del 2020, ocho, ocho de cada 10 contratos públicos se entregaron sin un proceso abierto ni competido, es decir, por dedazo. 

El tercer punto es la demagogia de la austeridad, también falso. Lo que en realidad ha sucedido es que le han quitado presupuesto a la salud, la educación pública, las guarderías, las microempresas… para dárselo, por un lado, a proyectos caprichosos como una refinería que será un fracaso mayúsculo, porque en todo el mundo ya nadie construye refinerías porque ahora están pasando energías limpias y no el petróleo ni sus derivados; y por otro porque aun cuando se dice que están entregando dinero en efectivo a ciertos sectores de los votantes, lo cierto es que se está perdiendo en el camino. Esta semana, por ejemplo, el diario el país reportó lo siguiente: en Chiapas, el 45% de los niños que el sexenio pasado eran beneficiarios del programa Prospera, no pudieron continuar sus estudios y tuvieron que abandonar la escuela porque dicho programa fue cancelado por este gobierno; gracias a Prospera, dice el diario, una de las madres recibía 3 mil pesos mensuales e informó que ya no recibe nada. Y entonces aquí surgen serias dudas y sospechas porque si para este año de 2020 el gobierno federal dice que está destinando 297 mil millones de pesos y no están llegando como reporta esa madre en Chiapas, entonces, ¿dónde se están quedando?

Bueno, esta es la dramática realidad, pero la otra interrogante es despejar lo que está en juego para los siguientes años, como es bien sabido el gobierno federal ha acaparado las Cámaras de Diputados y Senadores, buena parte de los tribunales federales, de los organismos autónomos y demás, debilitando gravemente el sistema de pesos y contrapesos que debe tener todo país medianamente democrático, aquí ese balance se ha perdido casi por completo, por lo tanto, si en las elecciones de junio 2021 no hay nuevos equilibrios, lo que viene será peor, y pongo nomás dos ejemplo: uno es que como el gobierno se está quedando sin dinero para repartir entre sus clientelas, intentará echar mano de donde haya, una bolsa es expropiar los fondos para el retiro que tienen las Afores para que lo maneje la burocracia y pagar poco a poco las pensiones a quienes se jubilen en los próximos 3 o 4 años, pero cuando llegue el nuevo gobierno, o sea, a partir del 2024, se encontrará con que esos fondos habrán disminuido y no habrá para pagar a quienes se jubilen dentro de 5, 8 o 10 años; y la otra es aumentar impuestos para seguir financiando los caprichos de grandes proyectos o el reparto de dinero a sus aliados, o poner nuevos como un impuesto a la herencia, un impuesto al patrimonio, es decir, que el gobierno ahora le cobrará no por lo que usted genere por su trabajo, sino por lo que tenga, o bien por la casa, o bien por los ahorros que usted quiera dejarle a su familia o a sus hijos. Si Morena secuestra otra vez la Cámara de Diputados esto es algo de lo que seguramente va a pasar.

En suma, lo que está en juego es muchísimo más de lo que ahora suponemos y la única forma de parar este desastre será mediante el voto libre, razonado e informado de los ciudadanos.