Cada cuatro años muchos mexicanos sigue con atención las elecciones presidenciales en Estados Unidos y cada cuatro años hacemos vaticinios sobre quién ganará o quién le conviene más a México, todo lo cual es en cierto modo una pérdida de tiempo porque, salvo los paisanos que pueden votar allá, el resto no tenemos influencia alguna en el resultado.
Lo que sí debiéramos hacer es entender mucho mejor, con más claridad, lo que EEUU significa para la inversión, el comercio, la seguridad y la migración, que son los temas centrales que le dan sentido a la relación entre ambos países, y dejar atrás los lugares comunes con los que siempre abordamos esta cuestión.+
Lo primero es recordar que desde el siglo XIX México no ha tenido, no tiene ni tendrá una relación estratégica más importante como la que existe con los EEUU. Lo segundo es dejar de hacer piruetas mentales insistiendo en esa relación bipolar de amor-odio con los norteamericanos porque al final del día es una posición privilegiada compartir frontera y una extensa red de vínculos con el que es hoy, y lo será por mucho tiempo más, el país más poderoso del planeta en cualquier aspecto. Y el tercer aspecto es no hacernos ilusiones con la llamada “diversificación”, que es una aspiración verbal que llevamos repitiendo sin éxito desde la mayor parte del siglo pasado pensando en que si China o Corea o la India reemplazarán por arte de magia la relación entre México y los EEUU.
Pues bien, dicho esto, vamos a los hechos y los datos duros.
Para empezar la economía norteamericana sigue siendo la más grande y la mejor del mundo. En las últimas tres décadas, EEUU ha dejado atrás al resto del mundo rico. En 1990 representaba alrededor del 40% del PIB del G7, el grupo de países más poderosos y hoy representa el 50%. La producción per cápita es ahora un 30% más alta que en Europa occidental y Canadá, y un 60% más alta que en Japón. Mississippi, es el estado más pobre de EEUU, pero sus trabajadores ganan, en promedio, más que los británicos, canadienses o alemanes. Y el PIB de China, que se acercaba rápidamente a EEUU antes de la pandemia, ha caído del 75% que equivalía al de EEUU al 65% en la actualidad.
En segundo lugar, siete de las 10 mejores universidades del mundo están en EEUU, lo que explica su potencia innovadora. Estados Unidos es el hogar no solo de la industria de cohetes más grande del mundo, sino también de sus gigantes de Internet y las mejores empresas emergentes de inteligencia artificial. Sus siete grandes empresas tecnológicas juntas valen más que los mercados bursátiles de Gran Bretaña, Canadá, Alemania y Japón juntos; solo Amazon gasta más en investigación y desarrollo que todas las empresas británicas. Solo su productividad laboral ha aumentado 70% desde 1990 frente a un 29% en Europa y 25% en Japón.
Y en tercer lugar, para México, EEUU representa el 83% de sus exportaciones; hay unas 32 mil empresas de capital norteamericano en México; hay más de 32 millones de mexicanos de primera o segunda generación viviendo y trabajando en EEUU. Y solo para darles un ejemplo muy local: la economía, el PIB, de Aguascalientes, que tiene millón y medio de habitantes, vale unos 16 mil millones de dólares, mientras que el de Mc Callen, Texas, que es una ciudad irrelevante de solo 144 mil habitantes, vale 25 mil 500 mdd.
La conclusión es muy simple: lo que México necesita no es especular a tontas y a locas sino tener una política exterior profesional, coherente, inteligente, práctica y efectiva con quien es y será nuestro vecino de por vida.