Hace unos días, una diputada veracruzana declaró, sin sonrojarse, que en nuestro estado se estaba construyendo una nave para llevar café a Marte. No, no es un chiste de sobremesa ni un guion de comedia política. Es una frase real, pronunciada por alguien que ocupa un curul en el Congreso.
Más allá de la risa nerviosa que provoca, el episodio revela una problemática mucho más grave: tenemos representantes populares con una formación deficiente, sin preparación ni criterio para sostener debates legislativos de altura. Y mientras tanto, los ciudadanos seguimos pagando con nuestros impuestos sueldos que superan con creces el promedio de los trabajadores veracruzanos.
El Congreso debería ser un espacio de reflexión, análisis y generación de leyes que respondan a las necesidades sociales. Sin embargo, se ha convertido en un escaparate de ocurrencias, frases desatinadas y, en no pocas ocasiones, vergüenzas públicas. ¿Qué confianza puede tener el ciudadano en un legislador que confunde la realidad con un disparate? ¿Cómo esperar propuestas serias para enfrentar la inseguridad, la crisis del campo o el rezago educativo, si quienes ocupan los escaños no dominan lo elemental?
El problema no es solo individual. La diputada del café interplanetario es la cara visible de un sistema político que sigue apostando por el amiguismo, las cuotas partidistas y el clientelismo, en lugar de privilegiar la preparación y la verdadera vocación de servicio. La política se llena de improvisados que ven en el cargo un trampolín o un botín, mientras la ciudadanía recibe, en lugar de soluciones, anécdotas para la comedia.
No es el único caso: mientras algunos errores son triviales, otros reflejan falta de preparación científica, falta de responsabilidad al emitir opiniones públicas o de verificar hechos antes de hablar. En 2018, el diputado federal Sergio Mayer (Morena) publicó en redes sociales que un joven había ganado una beca para ingresar a la Universidad de Harvard en un concurso de física cuántica. A raíz de una broma de usuarios de Twitter, Mayer felicitó a lo que creía era el estudiante, pero resultó que la foto correspondía a un actor de cine para adultos— Este caso ejemplifica cómo, sin la verificación mínima de los datos, un legislador puede quedar expuesto públicamente y perder credibilidad. El diputado Rubén Moreira Valdez denunció que más de 800 mil niñas y niños en México no cuentan con el esquema completo de vacunación debido a recortes presupuestales. Aunque la denuncia es seria, ha sido usada también para mostrar cómo algunos legisladores hacen afirmaciones alarmistas sin siempre estar acompañadas de cifras claras o planes específicos de solución.
La democracia se empobrece cuando elegimos con base en colores y no en capacidades. Y la factura la pagamos todos: leyes mal diseñadas, presupuestos mal
discutidos y una sociedad que, entre la indignación y la burla, normaliza la mediocridad de sus representantes.
Veracruz merece legisladores con visión, no bufones de curul. Si de verdad queremos un futuro distinto, urge dejar de votar por ocurrencias y empezar a exigir perfiles que dignifiquen el poder legislativo. Porque si seguimos así, quizá lo único que llegue a Marte no sea nuestro café, sino el ridículo colectivo que cargamos cada vez que uno de nuestros diputados abre la boca.