Opinión

Grandes escándalos de la industria farmacéutica

Por Artillero / Moisés Hernández Yoldi


Grandes escándalos de la industria farmacéutica, una historia de perjuicio, desperdicio y engaño.

Fragmento del texto publicado en la revista biomédica Medeave, autoría de la Dra. Vivienne C. Bachelet. 

En el siglo XX la salud de los pueblos ha mejorado sustancialmente con respecto de la historia de la humanidad. Arreglos poblacionales, como la introducción del agua potable, han contribuido de manera contundente al control de enfermedades y males que afectaban sobre todo a los más pobres. 

La introducción de medicamentos ha resultado fundamental en controlar flagelos que antes no tenían solución y su impacto no es menor. 

La industria farmacéutica ha jugado un papel crítico en producir estas mejoras de la salud humana. Es por esto que resulta tan preocupante lo que a continuación se relata y que tiene como protagonistas, precisamente, a grandes empresas farmacéuticas.

En 1999, la FDA (United States Food and Drug Administration) aprobó la rosiglitazona (Avandia™?, GlaxoSmithKline) como hipoglicemiante oral para uso en diabéticos tipo 2. 

En 2010 el laboratorio retira el medicamento del mercado europeo, debido a las denuncias de mayor frecuencia de eventos adversos cardiovasculares en los pacientes tratados con esta droga.

Ese mismo año de 1999 la FDA aprueba la droga rofecoxib (Vioxx™?, Merck) como antiinflamatorio no esteroidal para el tratamiento de la artritis reumatoide, en virtud de su mejor perfil gastrointestinal. 

En 2004, el laboratorio retira el medicamento del mercado mundial en medio de la extrema judicialización consecuencia de la mayor frecuencia de infartos de miocardio en los pacientes tratados con este fármaco.

En 2005 los gobiernos del mundo compran masivamente oseltamivir (Tamiflu™?, Roche) como medida para reducir las complicaciones secundarias a la influenza H5N1, sobre la base de un solo estudio financiado por Roche que señalaba que la droga era efectiva en prevenir complicaciones. 

En 2009 se publica una revisión sistemática de la Colaboración Cochrane2 que indica que no existe evidencia para fundamentar tal aseveración, pero a esa fecha los gobiernos ya habían gastado más de US$7.6003 millones en una droga cuya efectividad no ha sido nunca demostrada.

¿Qué tienen en común estos tres casos y otros más como el de la paroxetina4 (Seroxat™?, GlaxoSmithKline) o el de zanamivir5 (Relenza™?, GlaxoSmithKline)?

Todos ellos están marcados por un tejido común cuyo hilo matriz es la opacidad de la industria farmacéutica acerca de los datos de los ensayos clínicos realizados en seres humanos durante la etapa de experimentación fase III, además de la solicitud de aprobación de las drogas ante las autoridades correspondientes para su comercialización.

Se trata de una política sistemática de ocultamiento de datos relacionados con los ensayos clínicos que han afectado a las autoridades sanitarias encargadas de dar la aprobación a los fármacos en cuestión; a los editores de prestigiosas revistas biomédicas y a los investigadores independientes que han buscado validar las afirmaciones de la industria sobre efectividad y seguridad. Las consecuencias de esta conducta son graves y profundas:

Perjuicio, porque se ha afectado la salud y la vida de miles y miles de personas en todo el mundo. 

Desperdicio, porque gobiernos, prestadores y pacientes han gastado miles de millones de dólares en compras y programas cuya efectividad no está corroborada por la evidencia.

Engaño, porque la industria farmacéutica persiste en resistirse a entregar la información completa de los ensayos clínicos que ha efectuado sobre las drogas que luego vende en los mercados internacionales.