Opinión

¿Es necesario que las empresas inviertan en Coaching?

Por Roberto Matosas


Ayer primera de las sesiones sobre Coaching grupal en una empresa de alimentos y soluciones profesionales (Sanura), Veracruz.

Hablé sobre las algunas de las características más importantes a tener en cuenta para enfrentar esta época VUCA (volatilidad, complejidad, incertidumbre y ambigüedad). A continuación, lo que a través de los años he ido afinando como los pilares básicos de una vida que ha decidido en transformarse en su mejor versión y convertirse en su propio héroe:

•             Aclarar el propósito de por qué estoy aquí

•             Diseñar la vida que quiero construir

•             Reemplazar las creencias limitantes con nuevas creencias

•             Dominar la mente

•             Liberarse de dolores pasados, la ira y la energía negativa

•             Encontrar abundancia y continuar el aprendizaje o un nuevo estilo de vida

•             Hacer crecer la confianza

•             Convertirme en mi mejor versión

•             Despertar cada día sintiéndose exactamente cómo deseo sentir

•             Disfrutar mis mayores objetivos con más facilidad y menos lucha.

¿Es necesario que las empresas inviertan en Coaching? ¿Qué beneficios reporta a las empresas esta inversión?

Sin dudas, el liderazgo es el factor crítico de éxito de las empresas, ya que el liderazgo no es otra cosa que la capacidad de convertir una visión (sueño) en una realidad (hecho), y ello se produce aglutinando y movilizando a un conjunto de personas hacia un destino común.

Según diversos estudios entre el 30-40% de los resultados del negocio de una empresa depende del clima laboral, y de ese porcentaje más del 70% viene determinado por el estilo de dirección del jefe inmediato. La buena gestión da lugar a los buenos empleados y los buenos empleados dan lugar a la buena gestión. Donald R. Keough, Presidente de Coca-Cola entre 1981 y 1993, decía: “Las empresas son el producto y la extensión de las características personales de sus líderes, la sombra alargada de los hombres y mujeres que las dirigen”.

Las empresas más progresistas están cambiando su funcionamiento interno, empezando por confiar en las personas a las que contratan. Simplemente procuran elegir a la gente adecuada: profesionales con talento, comprometidos con el propósito de la compañía. Ya no hay que motivarlos a base de premios o castigos. Ya no son necesarios la jerarquía ni el control. Si la empresa siente que ha de controlar a alguno de sus trabajadores es que ha cometido un error al contratarle.

Al tener muy clara cuál es su aportación de valor, no importa dónde, cuándo y cómo el colaborador desempeñe su labor. Se acabaron las largas, aburridas y estresantes reuniones. Los encuentros físicos se realizarán cuando sea estrictamente necesario. Así se reducirán notablemente las discusiones y demás conflictos emocionales, tan presentes en las relaciones laborales.

Para que esta nueva realidad empresarial se consolide, los jefes autoritarios se han de transformar en líderes conscientes que sepan quiénes son y cuál es su verdadero propósito de vida, de manera que puedan desplegar todo su potencial al servicio del bien común. Así, todos los grandes líderes conscientes comparten una serie de rasgos:

 Cuestionan su sistema de creencias. Están abiertos al cambio, atreviéndose a cuestionar las creencias de su entorno social y familiar. Así es como desarrollan un pensamiento propio que les permite tomar decisiones movidas por su intuición.

“Es imposible liderar a otros si no has aprendido a liderarte a ti mismo”.

Nelson Mandela

 Conocen su sombra. Están comprometidos con su propio autoconocimiento y autoliderazgo. Este viaje de introspección les permite comprender, aceptar e integrar su lado oscuro, transformando sus defectos en cualidades. De este modo se convierten en personas inspiradoras.

 Hacen lo que aman. Al conocerse a sí mismos, eligen un camino vocacional. Desprenden un entusiasmo, una pasión y un optimismo muy contagiosos porque disfrutan profundamente con lo que hacen.

 Poseen visión y determinación. Tienen muy claro hacia dónde van. Y este sentido de dirección les dota de una profunda convicción para superar cualquier obstáculo que surja por el camino.

Cultivan su inteligencia emocional. Saben relacionarse con empatía, respeto y asertividad. Tratan a sus colaboradores como ellos necesitan ser tratados para que voluntariamente se comprometan y den lo mejor de sí mismos. De este modo crean un agradable clima laboral marcado por la confianza.

Inspiran a través de su ejemplo. No esperan a que las cosas cambien, ellos mismos son el cambio que quieren ver en sus empresas. De hecho, son líderes no porque se atribuyan dicho título, sino porque otros les siguen. Se ganan su autoridad como consecuencia del servicio que prestan a la sociedad.

Desarrollan el potencial de sus colaboradores. Han descubierto que el conocimiento es lo que empodera a las personas, generando a medio plazo la verdadera riqueza y abundancia que persiguen las empresas. De ahí que inviertan lo necesario para que sus equipos desplieguen todo el talento, la inteligencia y la creatividad que llevan dentro.

El quid de la cuestión es que este tipo de liderazgo no puede enseñarse, no aparece como consecuencia de cursar un Máster en Administración de Empresas. Más bien surge desde el interior de cada ser humano, es como una semilla que todos llevamos dentro. Para que florezca solo hay un camino: la transformación personal. Y es que no podemos convertirnos en auténticos líderes hasta que no consigamos ser personas auténticas, lo que no sucederá hasta que no nos liberemos de nuestros miedos inconscientes.

Gracias por esta oportunidad de informar y gestionar los recursos potenciales de cada persona, anhelante hoy más que antes, de comprometerse con un trabajo y una organización que desarrolle habilidades tan necesarias para trabajar mejor, autoconocerse y explorar un talento que es el gran capital humano para aspirar a construir la vida que uno quiere vivir.

Roberto Matosas

'Desarrollar los caminos más efectivos para orientar el esfuerzo humano'.