¿Cuántas mamás has tenido? Claro, biológicamente solo se puede tener una. Pero si revisamos el papel de las madres en nuestra sociedad, verás que, en realidad, has tenido más de una.
¿Qué funciones cumple una mamá en la sociedad? La principal es la de cuidar y alimentar, con todo lo que eso implica. Posteriormente, viene el educar y formar en valores. En este aspecto se incluye orientar y aconsejar (que, dicho sea de paso, es lo que menos nos gusta cuando andamos de hijos desobedientes). Otro papel es el de la gestión del hogar (algunos lo llaman “unidad doméstica” y otros, simplemente, “casa”), en el que se esperaría que también participara el esposo; pero la realidad es que, si ella no resuelve, una casa puede venirse abajo.
Las mamás tienen aún más funciones: enseñan a los hijos a socializar, a darse a respetar; hoy en día también son proveedoras económicas y, en muchos casos, las únicas que sostienen el hogar.
Estas funciones maternas, a lo largo de nuestra vida, pueden ser asumidas por otras personas: generalmente abuelas, tías, hermanas, madrinas, maestras, trabajadoras domésticas, entre otras figuras. A veces su apoyo es un pequeño apoyo, pero en otras ocasiones reemplazan por completo a nuestra mamá. Las razones pueden ser variadas: ausencia total de la madre, necesidad de apoyo en el cuidado diario, o simplemente convivencia bajo el mismo techo.
Las mamás de crianza suelen ser menos reconocidas socialmente, aunque en muchos casos su papel resulta igual o incluso más importante que el de la madre biológica. Recuerdo con mucho amor a mis dos abuelas, que siempre estuvieron pendientes de mí hasta sus últimos días. Desde niño me sentí querido por ambas. Guardo en el corazón las palabras de mi abuela materna, quien un día, cuando iba en kínder, me preguntó: “¿Por qué me quieres tanto?” Le contesté: “Porque eres mi abuelita.” Ella sonrió y me abrazó tan fuerte que casi me deja sin aire. Le había escrito una carta con la ayuda de mi papá diciéndole cuánto la quería. Mi abuela paterna me cuidó varias veces de niño, y la materna vio por mí de los 18 a los 22 años.
Cada vez son más las hijas que cuando sus hijos ya son mayores, resulta que sus papás enferman y tienen que cuidarlos, y conforme se van deteriorando física y cognitivamente su rol crece, los van protegiendo como si fueran sus madres, los papeles se invierten. Lo anterior cada vez es más frecuente en nuestro país, debido a que se prolonga el promedio de vida.
Cada vez es más común ver hijas que, comienzan a cuidar a sus propios padres enfermos. Los roles se invierten, apenas están saliendo de criar a sus propios hijos, cuando tienen que hacerlo ahora de sus progenitores.
Otras mamás de crianza poco reconocidas son las trabajadoras domésticas, quienes hoy en día son contratadas para que ayuden en la educación de los hijos mientras la mamá tiene que trabajar, muchas de ellas hacen ese rol con mucho cariño, en mi caso recuerdo a Juanita, que me cuidó de niño; siempre me andaba cargando, hay fotos familiares donde aparezco en sus brazos, teniendo yo ya más de 3 años.
Otras mamás de crianza poco reconocidas son las trabajadoras domésticas, quienes hoy en día son contratadas para apoyar en la educación y el cuidado de los hijos mientras la mamá trabaja. Muchas de ellas lo hacen con cariño y entrega. En mi caso, recuerdo a Juanita, quien me cuidó de niño; siempre me andaba cargando, hay fotos familiares donde aparezco en sus brazos, teniendo yo ya más de 3 años.
Las vecinas que ayudan a las mamás cuando estás se tienen que ausentar, ahí tenemos a las que solamente ayudan esporádicamente con el “por favor, dejo a mis hijos solos, voy a un mandado, écheles un ojito asómese a mi casa de vez en cuando”. Hasta las que de plano se llevan a esos niños a su casa y se los devuelven a sus mamás hasta que estas regresan, muchas de ellas se encariñan con ellos.
También están las vecinas que ayudan a las mamás cuando estas deben ausentarse. Algunas colaboran ocasionalmente con frases como: “Por favor, dejo a mis hijos solos, voy a un mandado, écheles un ojo, asómese de vez en cuando.” Otras van más allá: se llevan a los niños a su casa y los regresan hasta que sus mamás vuelven. Muchas de ellas terminan encariñándose con los pequeños.
Muchas madrastras son verdaderos ejemplos de maternidad: ayudan a los hijos del esposo a salir adelante y los tratan como propios, aunque claro, no siempre es así. Mi abuelo, por ejemplo, fue criado desde los tres años por la segunda esposa de su padre. Todos creían que era su madre biológica, y mi mamá se enteró de que no lo era hasta que tenía más de diez años.
Las hermanas, tanto mayores como menores, suelen apoyar en el cuidado de los hermanos. Dirían los sociólogos que esto ocurre por el condicionamiento machista, pero muchas lo hacen con amor y dedicación. En mi caso, mis dos hermanas siempre me han apoyado con cariño y respeto, y también han sido tías ejemplares.
Hay mamás temporales, como las grandes maestras que tratan con mucho amor a sus estudiantes; también las enfermeras, monjas, trabajadoras, nanas, educadoras, asistentes sociales, entre otras mujeres que brindan apoyo directo a otras personas y lo hacen con cuidado, cariño y respeto.
Además de las mamás biológicas, temporales y de crianza, están las mamás celestiales: aquellas que se han adelantado en el camino, pero que, desde donde están, nos envían su cariño y nos visitan en nuestros sueños, para que al despertar nos sintamos recargados de energía y amor.
Va este artículo para todas las mamás que hacen su labor con gran amor, tanto las biológicas como las de crianza, y especialmente para mi esposa, que es todo un modelo de madre y de ser humano.