Opinión

Central de abasto (2/2)

Por Juan José Rodríguez Prats

La obra unitaria más grande que se ha hecho en la República Mexicana y seguramente en muchas partes del mundo.


Asumida la decisión de operar la Central de Abasto, el profesor Hank convocó a todos los funcionarios del gobierno del Distrito Federal. Con la gran confianza en sí mismo que lo caracterizaba para elegir colaboradores y saber delegar (perdón por la falta de modestia), nos dijo: “Quiero comunicarles que tenemos un nuevo jefe de Gobierno, es Juan José Rodríguez Prats. Hagan lo que él les ordene. Si él les dice que pinten una raya blanca a mitad de la calle, píntenla, después nos explicará sus razones. Hicimos los ejes viales, ampliamos el Metro, hoy lo prioritario es la Central de Abasto”.

Designamos responsables, incluidos los 16 delegados de la Ciudad de México. A partir de octubre de 1982, eran frecuentes sus llamadas. Su primera pregunta era sobre mi salud. Su instrucción era clara: “Avanza todo lo que puedas, donde te atores, háblame para que intervenga en tu apoyo”.

Lo prioritario era el traslado. Reynaldo Jáuregui Zentella y Alfonso del Río Pintado se encargaron de diseñarlo. Jorge Obrador Capellini, primer administrador de la central, un líder nato, fue de la mayor importancia por su gran capacidad y valor para enfrentar problemas. Jorge Rodríguez Naya a cargo de un gran equipo impulsaba la obra. Chafik Majul Domínguez apoyaba en lo administrativo y financiero. Sé que incurro en graves omisiones ante la imposibilidad de mencionar a todos los que aportaron su esfuerzo para culminar este proyecto.

Me aboqué al diálogo con los bodegueros, sin ellos era imposible el traslado. Revisamos cada uno de los productos a comercializar para no arriesgar el abasto. Mantuve comunicación con los disidentes para convencerlos de incorporarse. Solicitaban lo imposible: querían adquirir bodegas a los mismos precios del inicio. Logré, cuando menos, neutralizarlos. Fijamos la fecha de traslado para el lunes 22 de noviembre, a ocho días de concluir el gobierno. Aquí desempeñó un papel relevante Arturo Durazo al frente del Departamento de Policía y Tránsito del Distrito Federal. Todo camión que entrara a la ciudad con intenciones de dirigirse a La Merced, sería desviado a la Central de Abasto. Para mayor seguridad, bloqueamos los accesos al “corralón”, lugar de las subastas de frutas y legumbres en el centro de la ciudad.

 Faltaba un evento: la asamblea con los bodegueros. Aquello habría sido un fracaso sin el apoyo de sus líderes. He olvidado a muchas personas, pero recuerdo a tres con gratitud: Pedro Cacho, Rolando Stivalet y Roberto Valencia. En esa asamblea, con un notario público, me dirigí a más de mil bodegueros: “Ustedes han venido aportando recursos por las bodegas que adquirieron. Tenemos una oportunidad única de que la central funcione y para ello hay que terminarla antes de que concluya este gobierno. Si no lo hacemos ahora, la próxima administración tardaría meses en hacerlo, en perjuicio de la obra. Si ustedes no aceptan, no tendrán el derecho de exigir la devolución de su dinero”. Funcionó. Hablaron algunos oradores a favor y se aprobó el cambio.

Sin entrar en mayores detalles, el lunes 22 de noviembre a las nueve de la mañana sobrevolé en helicóptero la zona de La Merced. Estaba totalmente desierta. La central, en cambio, era un hervidero de gente y de vehículos. Dos días después, la inauguró el presidente José López Portillo. En su discurso dijo: “Acuerdo ante ustedes lo siguiente: esta Central de Abasto llevará como nombre Central de Abasto Carlos Hank González”.

El 6 de diciembre expuse ante los altos funcionarios del Distrito Federal los problemas pendientes. Fui ratificado en el cargo. El 17 de febrero de 1983 un sector de bodegueros tomó la central pidiendo mi renuncia y fue concedida por el nuevo regente, Ramón Aguirre. Cuando me entrevisté con él, me dijo: “La única explicación de tu renuncia es un exceso en el cumplimiento de tu deber”.

El relato de cómo se construyó e inició operaciones me parece importante por lo que significa en todos los órdenes para la CDMX.