TDAH: qué es, cómo se detecta y cómo se trata

Imagen TDAH: qué es, cómo se detecta y cómo se trata

Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). ¿En qué consiste, cómo se detecta, cómo se trata?. Estas son las claves de un trastorno que se inicia en la infancia.

El TDAH es de origen neurobiológico y cuenta con una importante base genética. Suele manifestarse en la infancia, pero persiste en la edad adulta, y se caracteriza por un patrón de inatención, hiperactividad e impulsividad que interfiere en los ámbitos académico, social y familiar.

Según explica la Clínica Universidad de Navarra (CUN) en su web, se trata de "uno de los problemas psiquiátricos más frecuentes en la infancia" y de "la causa más frecuente de consulta de psiquiatría infantil". Señala, además, que es más habitual en niños (un 9 %) que en niñas (3,3 %)

También en su web, la Asociación Española de Pediatría indica que "no se conocen con exactitud los factores que intervienen en la aparición del TDAH", pero "está claro que existe una interrelación de múltiples factores genéticos y ambientales".

Implicación de regiones genéticas y cerebrales

Investigaciones internacionales identificaron decenas de regiones del genoma asociadas al TDAH. Estudios publicados en revistas científicas como Nature Genetics revelaron que existen al menos 27 regiones genéticas implicadas, 21 de ellas descritas por primera vez, y que la genética explica cerca del 74 % de la variabilidad del trastorno.

Como remarca la CUN, la causa genética se deriva de "un desarreglo funcional de la dopamina y la noradrenalina, neurotransmisores situados en la parte frontal del cerebro y responsables de la atención mantenida, el control de los impulsos y de la decisión de realizar o rechazar una determinada acción".

Estas variantes afectan a genes relacionados con el desarrollo embrionario y las habilidades cognitivas.

Además, estudios de neuroimagen han demostrado que el cerebro de las personas con TDAH presenta un desarrollo más lento en ciertas áreas, como los ganglios basales, la amígdala y el hipocampo, regiones implicadas en la regulación emocional y la cognición.

Estas diferencias confirman la base neurobiológica del trastorno y desmienten la idea de que se trate de un problema de conducta o de educación.

Cómo se detecta el TDAH

El diagnóstico del TDAH se basa en la observación de síntomas persistentes durante al menos seis meses. Según la Asociación Española de Pediatría, el diagnóstico es "exclusivamente clínico".

En la infancia, se tienen en cuenta la dificultad para mantener la atención, la impulsividad, la hiperactividad, la desorganización o la baja tolerancia a la frustración. La información procede de los propios menores, de sus padres, madres y educadores a través de entrevistas, completadas con escalas de valoración y cuestionarios.

La realización de análisis de sangre, pruebas de neuroimagen (TAC/resonancia) o neurofisiológicas no son necesarias para el diagnóstico de TDAH en niños y adolescentes, subraya la Asociación.

En adultos, los síntomas pueden ser problemas para planificar, mantener rutinas o controlar impulsos.

Los expertos recomiendan que la detección se realice incluso en edad preescolar, lo que es clave para evitar consecuencias como el fracaso escolar, la baja autoestima o los trastornos emocionales asociados.

Además, se relaciona este trastorno, en caso de no ser diagnosticado o no estar tratado, con el riesgo de generar adicciones, ansiedad o depresión.

Con todo, la tecnología también comienza a desempeñar un papel relevante. Investigadores de las universidades españolas de Málaga y Alicante han desarrollado herramientas de inteligencia artificial capaces de predecir diagnósticos de TDAH con un 90 % de acierto, lo que podría facilitar la identificación temprana de los casos.

Tratamientos

El tratamiento del TDAH combina intervenciones psicológicas, psicopedagógicas y farmacológicas.

Señala la CUN que "los psicoestimulantes han demostrado su eficacia en la disminución del 70 % de los síntomas del TDAH, reduciendo el movimiento, aumentando la capacidad de atención, facilitando la interiorización de instrucciones y, como consecuencia, disminuyendo la impulsividad".

La terapia cognitivo-conductual y apoyo educativo ayudan a mejorar la atención, la organización y el control de impulsos. En el ámbito educativo, las adaptaciones escolares son esenciales.

De hecho, el tratamiento considerado más eficaz es el que combina medicación, psicoterapia conductual, entrenamiento a los padres y apoyo escolar. 

Editor: Alexandra Burch
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