Gaetano Mosca, “conservador impenitente que consideraba la política científica como la resistencia a la revolución redentora”, creó el concepto de “clase política”, una minoría selecta en cualquier tipo de organización social que detenta el poder en los centros de decisión efectiva. La Revolución mexicana engendró su clase política. Dos personajes son sus prototipos: ambos colaboraron en la fundación de instituciones y, posteriormente, conformaron organizaciones políticas: Plutarco Elías Calles y Manuel Gómez Morin. Continúo señalando las características de una cultura política un tanto peculiar.
El PRI tuvo muchas fallas, pero también habilidades para operar el poder y preservar la estabilidad. De esa tarea se encargaba la Secretaría de Gobernación con personajes de experiencia, preparación y enorme capacidad de maniobra. Cuando los comparamos con quienes han ocupado el cargo en tiempos recientes, dan ganas de llorar. Ahí se analizaba a los aspirantes a cargos, respetando el escalafón y el perfil. Los gobernadores eran profesionales avezados y con experiencia. Los actuales, en su mayoría, jamás hubieran arribado en aquel sistema. Además, si fallaban, sin mayor trámite, eran “renunciados” (49 de 1929 al 2000). Volviendo a don Adolfo Ruiz Cortines, prohibió las aportaciones económicas de particulares a las campañas políticas. Éstas se pagaban con recursos del erario. Además, eran baratas, pues no había contendientes.
El otrora partidazo supo tratar a la oposición. Hizo todo para controlarla, pero jamás pretendió extinguirla. Incluso, en muchas ocasiones las rescató en sus crisis. Nunca perdió la interlocución. Le escuché decir a don Jesús Reyes Heroles: “Poder que no se comparte se parte”. Elegantemente hablaba de la “resistencia que apoya”. Sabía corregir y se llegó a hablar de la ley del péndulo. Es decir, un gobierno contrastaba con el de su antecesor. Miguel Alemán estaba consciente de que la crítica más consistente era la corrupción. Por eso, para que la presidencia recuperara su autoridad moral, designó a Ruiz Cortines. Sin estridencia, sin ajustes de cuentas y con eficacia.
La teoría política requiere de la confrontación, del cotejo, de la comparación. La 4T tiene varios retos que no tuvo el PRI: gobierno estadunidense injerencista; vida institucional degradada; autoridad desafiada por el crimen organizado; inseguridad galopante; finanzas deprimidas; empresas paraestatales quebradas; gobernadores improvisados e ineptos; reclamos violentos de grupos sociales; partido dividido y sin cohesión doctrinaria; colaboradores no idóneos; Presidencia sin discurso propio y sin liderazgo; deficiente comunicación política, y fallas graves en el otorgamiento de servicios públicos y lo que se acumule.
López Obrador pretendió crear un nuevo sistema político. Fue relevante el evento del 5 de junio de 2023 donde dio a conocer sus rasgos fundamentales. De ninguna manera correspondía a un retorno al pasado. Es un proyecto distinto, amorfo, individualista, con un claro propósito dictatorial. López Obrador, a mi juicio, se atragantó con el poder. Morena está en su fase terminal, no sé si será breve o prolongada, pero no hay duda de que es un cascarón vacío. Sus grietas, incongruencias y su incapaz clase política son ostentosamente evidentes.
El viejo PRI fue un mecanismo de urgencia. No se le puede negar que, con todo y sus resistencias, permitió el ensayo de una transición democrática. Fue responsabilidad de todos que nos hayamos quedado en el intento. Ahora viene la tarea de rescate.
Temo que estamos ante un esquizofrénico vacío en todos los sentidos. Lo he dicho en este espacio: lo urgente es tener conciencia de la magnitud del problema. Lo inmediato es un último esfuerzo por evitar, no el sometimiento del Poder Judicial, sino su disfuncionalidad. Ojalá coordinemos nuestras acciones.