Opinión

¡¡¡Gracias, Xóchitl!!!

Por Juan José Rodríguez Prats

La defensa de la democracia liberal necesita hombres de acción dispuestos a bajar a la arena donde los focos arden, las masas rugen y la exposición es total.


En mi larga vida política, un evento viene a mi memoria: el movimiento estudiantil de 1968 que viví plenamente por ser presidente de la Sociedad de Alumnos de la Escuela de Derecho en Xalapa. El 26 de septiembre fue reprimida una manifestación y mis compañeros y yo fuimos encarcelados.

Los primeros días estuve solo en una celda y tuve un raro estado emocional esperando lo peor. Recordé el diálogo sostenido semanas antes con mi paisano Carlos A. Madrazo. Con su peculiar vehemencia, me dijo: “El próximo presidente va a ser Luis Echeverría. Lo único que sabe hacer es decir ‘Sí, señor’, obedeciendo ciegamente a Gustavo Díaz Ordaz. Me recuerda a Tartufo, un personaje de Molière. Salvado México si ese señor llega al poder”. Se cumplió su vaticinio. Aunque el rompimiento con su antecesor fue total, su desempeño fue sumamente dañino para el país.

Su contendiente fue un gran mexicano, Efraín González Morfín, filósofo del derecho y precursor del solidarismo que algunos equiparan con la tercera vía. Tuve la oportunidad de entrevistarlo años después y pude percibir su gran calidad humana. En 1976, el PAN no postuló candidato e incluso se habló hasta de su extinción. Sin embargo, para bien de México, por su mística, su doctrina, su militancia, superó su crisis y fue el impulsor más importante de la transición a la democracia.

Las circunstancias de hoy son similares. El PAN es el único partido con presencia y con ciertas características especiales que lo hacen la institución idónea para evitar mayores males a nuestro país. Sin duda, eso se lo debemos a Xóchitl Gálvez. Su hazaña es monumental. En una ocasión, Efraín González Luna le escribió a Manuel Gómez Morin que la existencia del PAN y su perseverancia sólo se explicaban por una serie de milagros. Así considero a la gran mexicana que es esta hidalguense de origen otomí, ejemplo de superación personal, entre otras muchas cualidades.

Hay un problema. Su tarea apenas empieza. El partido que la ha llevado a diversas candidaturas es dirigido por un mercenario ajeno a los principios panistas. Por lo tanto, le suplico que ejerza el liderazgo que ya logró y lo rescate interviniendo en el proceso de elección del próximo dirigente. Me atrevería incluso a proponer (aún sin cumplir los requisitos) que ella sea la próxima líder partidista, evitando que siga en manos de personajes no calificados para esa importantísima responsabilidad.

Siempre he dicho que una de las fallas de los panistas es que son militantes eventuales. No asumen la profesión política con entrega, contrario a lo que hicieron los fundadores, quienes, sin importar condiciones adversas, burlas, incluso ataques de la peor calaña, apostaron por salvar a México con civilidad y democracia, dándole a la ciudadanía una trinchera digna para participar en política.

Aludía al inicio del texto a mi experiencia en el 68. Ahora me postulé para contender por una diputación local en Tabasco y volví a sentir la pasión de sumar voluntades. Me acredité, además, como representante en el órgano electoral. Batallamos mucho para conseguir cuidadores de casillas, teniendo que aportar recursos económicos para cumplir con ese deber elemental. A las 11 de la mañana, solamente 10% se presentó. Ahí me percaté que iba a perder, como sucedió, cuando algunas encuestas me otorgaban una holgada preferencia. La persona electa es un empleado de muchos años de Javier May, candidato designado por Andrés Manuel López Obrador y hoy gobernador electo.

Nuestra lucha debe continuar. Es brega de eternidad, pues la democracia es el sistema político de enmiendas continuas. Requiere mujeres y hombres que nunca den por concluida una empresa. Xóchitl tiene la palabra. Le doy las gracias por mantener viva la esperanza. Sería un pecado dejarla morir.

 

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