Opinión

Maestro, ¿Dónde vives?

Por José Manuel Suazo Reyes

Todo empieza con el testimonio de Juan Bautista que cuando ve a Jesús venir hacia él


El Evangelio que escucharemos en este domingo (Jn 1, 35-42) nos cuenta la vocación de los primeros discípulos de Jesús. Se trata de una historia fascinante, llena de detalles que revela el proceso de discernimiento, búsqueda y encuentro con el Señor.

Todo empieza con el testimonio de Juan Bautista que cuando ve a Jesús venir hacia él, lo presenta a sus discípulos como el Cordero de Dios.

Este título cristológico está cargado de un gran significado. El título Cordero de Dios recordaba en primer lugar el cordero de pascua con cuya sangre se pintaron las puertas de la casa de los primogénitos judíos en tierra de Egipto; recuerda además la imagen del Siervo sufriente del profeta Isaías que es llevado al matadero en forma silenciosa; la expresión alude además al cordero de pascua que se ofrecía año con año.

Estas tres realidades se evocaban con la mención de la expresión Cordero de Dios. Con esta declaración por lo tanto, Juan Bautista reconoce a Jesús como el mesías salvador y lo muestra a sus discípulos.

Acto seguido a esta declaración es la experiencia de búsqueda expresada en el seguimiento y la pregunta que aquellos discípulos le hicieron a Jesús. ¿Maestro dónde vives? Se trata de una pregunta que todos nos debemos hacer en nuestra experiencia de fe. ¿Dónde vive Jesús? ¿Dónde lo puedo encontrar?

Jesús entonces les responde: vengan y lo verán. El evangelista señala que aquellos discípulos fueron, vieron y se quedaron con él. El evangelio no dice si se trataba de una casa o una tienda, porque más bien se trata de un estilo de vida que da sentido a la existencia humana.

Aquellos discípulos descubrieron el estilo de vida de Jesús.

Esto nos deja una hermosa enseñanza: Cuando uno se encuentra con Jesús, todo pasa a segundo término. Uno se queda con él. Y él se queda con uno.