Opinión

La alegría se nos da por que Dios está entre nosotros

Por José Manuel Suazo Reyes

Debemos estar siempre alegres, incluso cuando las cosas no suceden como las esperamos


Estamos ya en el tercer domingo de este tiempo del Adviento y la nota dominante que la palabra de Dios destaca es la de la ALEGRÍA. Esta es la palabra que más se repite en las lecturas bíblicas de este domingo, de ahí que este domingo sea conocido como el domingo de la Alegría. En el caso de la corona de adviento, este domingo encendemos la tercera vela que es de color rosa.

En la primera lectura (Is 61, 1-2.10-11), el profeta Isaías habla de un alegre anuncio que será dirigido a los pobres, a los humildes, a los oprimidos y eso provoca como una explosión de júbilo de parte del Profeta: “me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios porque me revistió con vestiduras de salvación”. Estas palabras preparan a su vez el cántico de la Santísima Virgen María. De ahí que el salmo retome las palabras que María Santísima expresa en el himno que dirige a Dios, “mi espíritu se alegra en Dios mi salvador”. En la segunda lectura 1 Tes 5, 16-24), el apóstol San Pablo nos invita a preparar la venida de nuestro Señor Jesucristo, conservándonos irreprensibles con la ayuda de Dios. El apóstol de los gentiles nos invita a cultivar tres actitudes fundamentales que deberían ser nuestras actitudes habituales: la alegría constante, la oración perseverante y la acción de Gracias continua. San Pablo llega a decir: “esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús sobre ustedes”. Dios quiere que seamos alegres, que oremos y demos gracias continuamente.

Por su parte el Evangelio de San Juan (Jn 1, 6-8.19-28), nos ofrece la razón de por qué un Cristiano debe estar siempre alegre. Cuando los fariseos preguntan a Juan el Bautista si él era el mesías, Juan da la razón a la que nos referimos: “En medio de ustedes hay uno al que ustedes no conocen” Por lo tanto el motivo de la alegría cristiana es la presencia de Dios en una persona, es la venida del Salvador; es Dios que se hace presente en el mundo por medio de su Hijo hecho hombre.

Por eso María Santísima exulta de gozo porque sabe que en su interior está presente el verbo de Dios que se ha encarnado; el hijo de Dios que realizará las promesas de salvación hecha a los hombres.

La alegría entonces debe ser un rasgo característico del ser cristiano, una nota de toda persona creyente. Debemos estar siempre alegres, incluso cuando las cosas no suceden como las esperamos. Nosotros los creyentes tenemos una gran razón para esta alegría. Es el hecho de que nuestro Salvador viene, vendrá y se hace presente continuamente. El Adviento es motivo de alegría. Porque la alegría cristiana no es una alegría superficial; se trata de una alegría que inunda el alma y que se expresa en el comportamiento. La alegría cristiana no llega por el hecho de poseer abundantes bienes materiales o terrenales, sino de poseer bienes espirituales. En definitiva se es alegre cuando experimentamos la presencia de Dios. Experimentamos la alegría cristiana cuando tomamos conciencia de que somos hijos amados de Dios; cuando experimentamos el perdón divino; porque la reconciliación con Dios nos devuelve la alegría de la salvación.

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