Opinión

Carnaval de Veracruz, una fiesta que nos cuesta 60 MDP

Por Artillero / Moisés Hernández Yoldi

Una fiesta de desmanes y borrachos, que nos cuesta 60 millones de pesos


Carnaval de Veracruz, una fiesta de desmanes y borrachos, que nos cuesta 60 millones de pesos

Es urgente y necesario replantear la viabilidad del Carnaval de Veracruz, un evento que transtorna la vida de la ciudad.

Afectaciones económicas

Los comercios que se ubican en el bulevar de Veracruz y calles aledañas se ven obligados a cerrar y parar operaciones por al menos 5 días con afectaciones en su economía.

En un trabajo fotográfico realizado por el medio digital LSR, se documentó las medidas que restaurantes, bancos, agencias y otros comercios, se ven obligados a realizar para proteger sus locales ante el riesgo de actos vandálicos y desmanes provocados por la fiesta que organiza el municipio de Veracruz.

Durante 5 días la ciudad es presa del caos, una avalancha de vendedores ambulantes e informales invaden calles, banquetas y jardines a cambio de un permiso que otorga la dirección de comercio del propio ayuntamiento.

La fiesta más importante de la ciudad, debería de ser una oportunidad de generar ingresos para el municipio, quien tiene la potestad de otorgar permisos y concesiones a discreción, sin embargo, la propia autoridad reporta que el carnaval tiene un costo de $60 millones de pesos con cargo al erario público municipal.

Una alternativa para operar de manera eficiente y con márgenes de utilidad un evento de estas características, sería otorgar una concesión a una empresa privada especializada en el tema.

Aumento de índices delictivos

Durante el carnaval de Veracruz, los robos y asaltos se incrementan de manera significativa, no sólo en la zona de los desfiles, también en las colonias de la periferia, donde es evidente la ausencia de patrullajes.

Las riñas en vía pública, los desmanes asociados a la excesiva venta de bebidas embriagantes en plena calle con autorización y aval de la autoridad, provocan que la ciudad se vuelva insegura en detrimento de sus habitantes.

Lo que en antaño fue una fiesta en donde convivían las familias veracruzanas con los visitantes que llegaban al puerto a disfrutar de la alegría y ambiente de los jarochos, se ha convertido en un bacanal donde reina el alcohol, el desorden y los desmanes, un auténtico dolor de cabeza para los habitantes de la ciudad.

Por estas y muchas otras razones, urge replantear la viabilidad del carnaval y tomar acciones para rescatar la fiesta de quienes la han distorsionado y hoy la tienen secuestrada.