Opinión

AMLO no es el rival

Por Artillero / Moisés Hernández Yoldi


AMLO está moralmente derrotado, derrotado en su incongruencia, en sus desplantes autoritarios, derrotado en su ego, en sus contradicciones, derrotado por creer que él es el Estado. 

Derrotado por la escoria política y empresarial que lo rodea y que él permitió que hoy carcoma desde adentro el proyecto transformador de la 4T.

A pesar de ello, AMLO no tiene rival, y todo indica que la fuerza de su movimiento aplastará a la oposición en la próxima elección presidencial, y lo hará porque la oposición no ha entendido  y no sabido reivindicarse con el pueblo agraviado de México. 

La oposición no ha entendido que el rival no es AMLO, el rival a vencer son ellos mismos, su arrogancia, su clasismo, su complicidad en el pasado con el poder corrupto, su silencio. 

Quienes hoy critican a AMLO de manera sistemática y obsesiva, tendrían que empezar por reconocer -en un acto de mea culpa- que fueron ellos los causantes de que un populista llegara al poder. Una disculpa pública sería un buen inicio. 

AMLO es solo la consecuencia lógica e inevitable de las profundas desigualdades económicas y sociales que se engendraron por décadas y que fueron ignoradas o menospreciadas por la clase política y sus compinches. 

Un país agraviado como el que vio Colosio, es campo fértil para una revolución social, y es también el escenario ideal para el ascenso de un populista. 

Millones de mexicanos trabajadores, el verdadero pueblo bueno, esos que se levantan a las seis de la mañana para medio desayunar y tomar uno o dos camiones para trasladarse todos los días a su trabajo, se han sentido excluidos, ignorados, defraudados, usados por un sistema político y económico que no les ha favorecido ni recompensado su esfuerzo y trabajo. 

Mientras la oposición no se solidarice con esos mexicanos y entiendan su realidad, la batalla estará perdida, porque esos mexicanos agraviados son más y son ellos quienes han comprado el discurso populista de AMLO, porque con él se sienten representados.

Mientras los sigan llamando despectivamente chairos, y lejos de entenderlos, los menosprecien y los tilden de ignorantes, no hay forma de que vuelvan al poder en un corto plazo, al menos no por la vía democrática. 

La 4T se pudrirá sola, carcomida por sus incongruencias y por los oportunistas y arribistas, que como garrapatas y sanguijuelas, se han acomodado en el poder, pero eso no ocurrirá pronto.  

Mientras, la oposición sigue equivocándose en el discurso, promoviendo e impulsando el desprecio a millones de mexicanos que hoy apoyan a AMLO, no se dan cuenta que con esa estrategia solo hacen alarde de su clasismo y de una superioridad social absurda e inexistente. 

Los llaman ignorantes, locos, fanáticos, chairos, sin darse cuenta que cada insulto y desprecio fortalece a AMLO en el poder, porque esos que son descalificados por apoyar a la 4T, son los meseros y las cocineras que nos atienden en el restaurante, el empleado de la tienda de autoservicio, la señora que lava y limpia nuestra casa, el joven que a las 6 de la mañana recoge la basura, el albañil, el maestro, el vendedor o la cajera de la tienda departamental, el mecánico, el peluquero, el chofer, el lava autos, el policía, el chofer, el jardinero, el obrero, el pintor, ellos son el pueblo que mueve a México.  

Muchos de ellos sobreviven con 8 o 10 mil pesos mensuales (en el mejor de los casos) en largas jornadas de trabajo, son ellos quienes apoyan la eliminación del outsourcing que les reconoce prestaciones laborales, son ellos quienes celebran el aumento del salario mínimo, son ellos quienes apoyan los programas sociales que los ayudan a recibir un dinero extra para sobrevivir, son ellos los que cuando salen a las urnas a votar, deciden y eligen, quien quieren que los gobierne. 

Un poco de empatía y solidaridad con ellos, ayudaría a la oposición a ganar la batalla por recuperar el poder; mientras eso no ocurra, la batalla -para ellos- estará perdida.