'Urge resolver crisis ambiental, humanitaria y ética', asegura iglesia

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Somos un poco inferior a los ángeles y coronados de gloria y dignidad (Sal 8), pero nos cuesta hacer visible tan grande origen. Deberíamos pensar cómo ser mejores y hacer mejor el ambiente en que vivimos. Cuando nos ponemos a reflexionar, con seriedad y serenidad, en todos los desafíos que debemos resolver, nos podemos llenar de valor o miedo ante tales crisis. Hoy tenemos tres tipos de crisis que debemos resolver con carácter de urgente: La crisis del deterioro del medio ambiente, la crisis humanitaria y la crisis ética o de poca vivencia de los valores humanos. Estas tres problemáticas que vivimos son palpables en todas las áreas de la existencia humana en nuestro territorio nacional y veracruzano. El medio ambiente ya no resiste más los atropellos que le hemos infligido. Mucha gente no tiene qué comer porque no está bien distribuida la riqueza en el mundo, aunque haya alimento y comida para todos. Además, la ética ya no influye de manera positiva en el actuar de la persona, pues parece que vivimos en medio de una barbarie humana. No se respetan las reglas de convivencia. Ante tal situación de retos, debemos llenarnos de esperanza e inteligencia con el propósito de buscar el camino correcto, para corregir lo que todavía tenga arreglo. No podemos desanimarnos ante el contexto tan difícil en que vivimos. No debemos acostumbrarnos a vivir con lo mínimo. Tenemos derecho a vivir con lo necesario para llevar una existencia digna del ser humano.

Hoy más que nunca debemos permanecer unidos. Hay que vivir y tener la esperanza para solucionar los problemas que tenemos hoy; tener esperanza no significa dejar que los demás lo hagan todo por y sin nosotros, sino estar todos incluidos para buscar la mejor solución de todas. Es un deber civil y religioso participar en la búsqueda del bien común. La esperanza nos debe impulsar, ante todo y sobre todo, a unirnos con los demás para cambiar de hábitos y modos de ser que nos impiden dar lo mejor de nuestra vida personal y social. La esperanza cristiana además nos debe conducir a suplicar la ayuda de Dios, pues Él nos ofrece su sabiduría, para encontrar soluciones reales a toda la problemática que vivimos en la sociedad actual. Benedicto XVI, Papa Emérito, nos da una clara orientación para vivir esta virtud ante todos los retos que debemos enfrentar y superar: “La esperanza se relaciona prácticamente con la virtud de la paciencia, que no desfallece ni siquiera ante el fracaso aparente, y con la humildad, que reconoce el misterio de Dios y se fía de Él incluso en la oscuridad. La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo (Jn 3,q5) y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor. De este modo se transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de que el mundo está en manos de Dios”. Todo ser humano es, en cierta manera, colaborador con el Creador mediante su trabajo diario y humilde.

Dejar actuar a Dios en nuestra vida nos ayuda a ver la realidad en toda su amplitud y profundidad, para corregir el actuar humano que no hace bien a los demás y a la naturaleza. La presencia de Dios en nuestras vidas y la unión con los demás harán que encontremos los mejores caminos para solucionar todos los problemas que lastiman al ser humano y el medio ambiente que es nuestra casa común.

Pbro. Juan Beristain de los Santos

Director

Oficina Comunicación Social

Arquidiócesis de Xalapa

Editor: Alonso Talavera Fernández
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