A través de un comunicado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, dio a conocer que nuevos testigos de los cuatro momentos heroicos que ha vivido el puerto de Veracruz, resurgieron en forma de dos cañones de hierro que han recuperado especialistas, en el corazón del centro del municipio porteño.
En el mismo boletín, detallan que de acuerdo con la investigadora del Centro INAH Veracruz, Judith Hernández Aranda, se trata de las dos primeras piezas completas registradas en el subsuelo portuario como parte de un proyecto de salvamento arqueológico.
A continuación el comunicado:
Nuevos testigos de los cuatro momentos heroicos que ha vivido el puerto de Veracruz –la Independencia, la Guerra de los Pasteles, la Intervención Norteamericana y la Revolución Mexicana– resurgen en forma de dos cañones de hierro que han recuperado especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el corazón de esta urbe.
De acuerdo con la investigadora del Centro INAH Veracruz, Judith Hernández Aranda, se trata de las dos primeras piezas completas registradas en el subsuelo portuario como parte de un proyecto de salvamento arqueológico que, desde 2024, desarrolla la institución, en acompañamiento de las obras públicas de optimización de servicios hidrosanitarios, eléctricos y de comunicaciones, que lleva a cabo el Ayuntamiento de Veracruz.
El primer cañón, detalló, fue localizado el 12 de junio de 2025, entre las calles Independencia y Juárez; mide 2.03 metros de largo, pesa 750 kilogramos y corresponde a un calibre “de a 6 pies” o 201.16 centímetros. Es probable que se trate de un arma originalmente empleada para servicio en barcos de correo, pero que, en algún momento, fue adaptada de la cureña (base de madera) para usarse en tierra.
A su vez, el segundo, de 2.82 metros de longitud y peso estimado en 1.3 toneladas, se halló el 25 de julio, en la confluencia de las calles Independencia y Emparan. “Aún no es posible medir el ánima (espacio interno del tubo) porque está tapada; sin embargo, por su extensión, puede tratarse de un cañón de un calibre ‘de a 12 pies’, modelo que usaba balas de 3 libras (1.36 kg), según las especificaciones para la artillería española de finales del siglo XVIII”.
Sobre por qué ambos artefactos aparecieron en espacios próximos entre sí –dentro de una misma cuadra–, la arqueóloga explicó que esta sección de la ciudad actual correspondía, en el siglo XIX, a la ruta que llevaba a la Puerta de México, uno de los accesos terrestres de la antigua ciudad amurallada, el cual, en caso de alguna intervención extranjera, debía ser fortificado.
Los cañones presentan alto grado de oxidación y múltiples concreciones de arena, lo que impide apreciar marcas de fabricantes u otros detalles; no obstante, por su morfología, son cercanos a los usados hacia finales del siglo XVIII e inicios del XIX.
Debido a lo anterior, una posibilidad que la especialista no descarta es que fueran empleados durante la defensa de Veracruz en las guerras que nuestro país sostuvo contra Francia y los Estados Unidos, en 1838 y 1847, respectivamente.
“El asunto es que, tras los enfrentamientos, las armas podían quedar inservibles y su propio peso complicaba moverlas. Por ejemplo, solo el cañón más pequeño de los que ubicamos ahora, requirió del uso de eslingas y el esfuerzo de 10 personas para subirlo a una camioneta”.
Por tal motivo, a menudo, las piezas grandes de artillería tenían un segundo uso, como guardacantones o bolardos que se instalaban en las esquinas de las calles, ya fuera para amarrar burros y caballos, o evitar que los carruajes golpearan las paredes de las casas, en una época en la que no existían aceras.
“En algún momento de finales del siglo XIX, cuando tuvieron lugar nuevas obras de urbanización, debió ser complejo trasladarlos y, simplemente, se cavaron zanjas para enterrarlos y nivelar las calles por encima”.
Ambos cañones ya están registrados en las bases de datos institucionales y resguardados en espacios del Centro INAH Veracruz: el primero, en el inmueble conocido como Casa Canal; y el segundo, que incluso requirió de una grúa para su manejo, en el Antiguo Hospital de San Carlos.
En lo que se define un proyecto para restaurarlos, así como sus sitios finales de resguardo, ambos artefactos han sido protegidos con geotela y cubiertos, a fin de que no continúen expuestos al intemperismo.
Foto: Judith Hernández del INAH