Opinión

La mexicanización de Estados Unidos

Por Ricardo Homs

El futuro se ve incierto apenas tome posesión Donald Trump como presidente de los Estados Unidos


Para entender el nuevo contexto político de Estados Unidos debemos tratar de comprender las preocupaciones de la sociedad norteamericana.

El futuro se ve incierto apenas tome posesión Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica el próximo 20 de enero, pues no hay indicadores predictivos ni pistas que nos guíen para entender o visualizar cuáles serán sus prioridades en este nuevo periodo. Es una incógnita identificar si pretenderá detener o acelerar la tercera guerra mundial, -focalizada ésta en el conflicto de Rusia con Ucrania-, hoy contaminado con la intromisión directa de los países aliados de Putin, o si tratará de desentenderse del rol de líder del bloque occidental que hasta hoy ha ejercido Estados Unidos en la OTAN, para entonces enfocarse totalmente en la problemática doméstica de Estados Unidos.

Sea cual fuere su decisión, la relación con México seguro será una de las prioridades del presidente Trump, por el impacto directo que tiene nuestro país tiene en la vida interna de los Estados Unidos a partir de una extensa y porosa frontera compartida a lo largo de 3,152 kilómetros de longitud.

Sin embargo, el presidente Trump es el reflejo de una sociedad norteamericana que busca neutralizar sus propios riesgos domésticos, porque están sucediendo acontecimientos de origen reciente, -de los últimos años-, poco vistos anteriormente, como por ejemplo la agresión vehicular intencional que significó la muerte de 14 peatones en Nueva Orleans, en la madrugada de este primero de enero, o la explosión intencional de una Cybertruck en el hotel Trump en Las Vegas, llevada a cabo por un ex soldado. A esto añadamos las masacres escolares perpetradas por muchachos jóvenes en solitario.

Además, el incremento de muertes de consumidores de drogas, que se ha acelerado a partir de la irrupción del fentanilo, así como el incremento de migrantes hispanoamericanos que cruzan sus fronteras, -entre otros hechos independientes entre sí-, tienen a la sociedad norteamericana preocupada, pues antes de la globalización ellos eran quienes intervenían en conflictos de otros países. En contraste, ahora las tragedias suceden dentro de su propio territorio.

Muchos mitos se han creado internacionalmente respecto a la hegemonía del pueblo norteamericano como creadores de un contexto imperialista. Sin embargo, la realidad es que a partir de la globalización se sienten vulnerables frente a las influencias físicas y culturales que reciben del exterior y que impactan su estilo de vida, sus hábitos cotidianos, sus valores morales y en general, su propia identidad como país.

Se sienten un país convertido en la mítica Torre de Babel, donde hay comunidades enteras que hablan otro idioma diferente del inglés, incluyendo lenguas orientales, musulmanas y por supuesto, el español, que hoy es una segunda lengua en su territorio.

Esta sensación de vulnerabilidad quedó plasmada en el libro titulado “Who are we?… The challenges to Americas National Identity”, que significa “¿Quiénes somos nosotros? … los desafíos a la identidad nacional de los Estados Unidos”, realizado por Samuel Huntington, uno de los más importantes intelectuales y académicos norteamericanos dedicados al

estudio del nuevo contexto sociopolítico derivado de la globalización, libro publicado en el año 2004, poco antes de su muerte, acaecida en 2008.

En esta obra Huntington focaliza los riesgos para su país en dos ámbitos: primeramente el protagonismo de los pueblos islámicos que hoy están invadiendo pacíficamente su territorio, como fenómeno migratorio. Y el otro gran reto que preocupaba a Huntington era el impacto de la migración hispanoamericana a su país, destacando principalmente a la mexicana.

Huntington interpretó hace veinte años el sentir de una gran mayoría norteamericana de ascendencia europea cristiana, convertida en fenómeno psicosocial que en el 2024 llevó al triunfo a Donald Trump por segunda vez, con una narrativa aún más radical que la de su primer periodo.

El impacto visible que genera vulnerabilidad futura a la estabilidad norteamericana, -seguramente desde su punto de vista-, es la migración que llega hoy masivamente desde su frontera con México. Sin embargo, más allá del fenómeno migratorio desde hace varias décadas nuestro país ha dejado su huella en la sociedad norteamericana, -no sólo por el idioma-, sino por su rica gastronomía, sus tradiciones, su cultura, sus valores y todo aquello que impacta la identidad de un país.

Según la encuesta realizada en el 2022 por la Oficina del Censo de Estados Unidos, 38.8 millones de residentes en Estados Unidos declararon haber nacido en México o tener ascendencia mexicana. El total de la población hispana radicada en USA alcanza los 65 millones, cifra que representa casi un 20 % de un total de los 341 millones de residentes en territorio norteamericano.

Es un fenómeno natural que todos los migrantes siempre buscan llegar a los países que ofrecen mayor calidad de vida, y en el continente americano ese rol corresponde a Estados Unidos.

Sin embargo, ningún otro país ha logrado permear su cultura tan profundamente en Estados Unidos como lo ha hecho México.

Una cultura tan rica como la nuestra ha permeado de forma sutil en la sociedad norteamericana y se ha acelerado a partir de la globalización que nos ha interconectado en tiempo real.

Sin embargo, aunque no lo quieran reconocer, el impacto de la mano de obra mexicana en la vida cotidiana de Estados Unidos es determinante, por lo que la expulsión de nuestros connacionales que no tengan documentos migratorios tendría grandes repercusiones en la economía de ese país. Difícilmente Estados Unidos podría prescindir de millones de mexicanos que hoy son parte fundamental de la vida norteamericana.

Para bien o para mal, -aún siendo tan diferentes el uno del otro-, los destinos de nuestros dos países están indisolublemente unidos, de forma tal que a pesar de encuentros y desencuentros hemos transitado juntos a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, en los últimos años, a pesar de nuestras desigualdades y nuestra pequeñez frente a la fortaleza de

la economía norteamericana, el sello de la cultura mexicana cada vez más se hace presente socialmente en ese país.

Seguramente de forma inconsciente y emocional esta influencia cultural está generando reacciones sociales que se traducen también en impacto político.

La paciencia y la mesura para evitar caer en provocaciones viscerales será fundamental para evitar conflictos con la nueva administración del presidente Trump.

UNA ABERRACIÓN JURÍDICA

Mientras el área de derechos humanos de la ONU hace una llamada de atención al gobierno de México para que deseche la prisión preventiva oficiosa como recurso judicial, en los últimos días se ha incrementado el catálogo de delitos que la justifican.

Parecen no entender que este recurso judicial es un atentado contra el universal derecho a la presunción de inocencia. Además se corre el riesgo de incrementar las injusticias pues un indiciado en manos de policías y agentes ministeriales, -aún siendo inocente-, corre el riesgo de ser presionado o torturado para que acepte un crimen que no cometió.

A final de cuentas los perjudicados siempre serán los pobres, que por no tener los recursos para pagar un buen abogado permanecerán en la cárcel mientras los delincuentes de verdad, -con el dinero de sus fechorías-, evaden la justicia.

//Azteca Partners