Me enviaron un excelente mensaje que nos dice como ver este proceso de perder a un ser querido que pasó de la vida a la muerte. El mensaje se inicia diciéndonos: "Para este día no tengo Flores ni altar, no prenderé velas ni haré oraciones, de hecho no tengo muertos en la familia, tengo personas que se han ido, pero que su sangre fluye por mis venas, que siguen aquí conmigo, en mis recuerdos",
El mensaje continua diciéndonos que en este día "No habrá calaveras ni Flores, tan solo festejos por haber convivido con personas valiosas que solo se adelantaron a la presencia de Dios, Para este día no tengo lagrimas, tengo agradecimiento, no hay tristezas, solo recuerdos, No usaré este día para meditar sobre la muerte, agradeceré la oportunidad de tener vida, en mi casa todos mis hijos, mis nietos y mis amigos son bienvenidos, incluso los recuerdos de las personas que ya no están físicamente con nosotros".
Carlos Pellicer escribió otro excelente mensaje en su “Discurso por las flores” en el cual nos dice: “El pueblo mexicano tiene dos obsesiones: el gusto por la muerte y el amor a las flores.”
El día de muertos es una tradición muy antigua, que se celebra en nuestro país desde mucho antes de la conquista. La sabiduría popular nos dice que en los días 1 y 2 de noviembre, la barrera que separa a los vivos de los muertos desaparece y los muertos pueden regresar a visitar a sus familiares más queridos.
Esta misma sabiduría popular nos dice que “el día primero de noviembre se dedica a los “muertos chiquitos”, es decir, a aquellas personas que murieron siendo niños; El día dos, se dedica a los fallecidos en edad adulta. En algunos lugares del país el 28 de octubre se recuerda a las personas que murieron a causa de un accidente. En cambio, el 30 del mismo mes se espera que lleguen las almas de los “limbos”, los niños que murieron sin haber sido bautizados”.
Sin olvidar estimado lector que prepararse para una buena muerte no es solo preparar el alma para llegar sin problemas a nuestra segunda vida, sino también evitarle problemas adicionales a quienes se quedan en esta vida. Así que les recomiendo que ahorren, que dejen listo su testamento, y sobre todo decidan donde tendrán su reposo final.
Pero también recuerden que el futuro no está definido para nadie así que debemos de definir como quiero ese futuro y luego implantar las acciones apropiadas para lograrlo.
Recuerden las tres preguntas de la fábula de nuestras ocho monedas de vida: ¿Que quiero encontrar en mi casa cuando me jubile?; ¿Que voy a hacer con las monedas que me quedan de vida?; Y ¿Que voy a mostrar cuando se me acabe la última moneda de vida?
Sin olvidar uno de los mensajes importantes de Goethe: "El campo de nuestra vida nos da lo que sembremos en el, nos puede dar una cosecha de flores o una de espinas". Lo uno o lo otro depende de nosotros. Pero sobre todo debemos de hacer lo necesario para que sea una realidad la recomendación que se nos hace en el Eclesiastés para nuestra planeación estratégica personal: "todo cuanto pudieres hacer de bueno, hazlo sin perder tiempo, puesto que ni obra, ni pensamiento, ni sabiduría, ni ciencia ha lugar en el sepulcro, hacia el cual vas corriendo".