Opinión

¿Obedezco o no obedezco?

Por Ramón de la Peña


¿Qué tan fácil es que una persona obedezca órdenes que considera claramente inmorales cuando estas provienen de un superior en el organigrama de una empresa, de un gobierno, de un partido político o de una organización civil o religiosa?
Hace ya buen tiempo, allá por los años sesenta del siglo pasado, Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale llevo a cabo una investigación para medir la disposición de una persona a obedecer las órdenes de una autoridad, aunque el participante en el experimento considerara que lo que le pedían hacer era claramente inmoral.
La investigación la inicio en julio de 1961, curiosamente tres meses después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Israel por los crímenes que cometió en contra de los judíos durante el régimen nazi en Alemania.
El quiso encontrar la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo una persona aparentemente normal, fuera responsable del Holocausto, de los millones de judíos que murieron durante el régimen nazi en Alemania  y que su defensa en el juicio que lo condenó a muerte se centrara en la idea de que él se limitaba a cumplir las órdenes de sus superiores?
Para responder esta pregunta Milgram armó una investigación que se inicio con un anuncio en los periódicos locales, respaldado y avalado por la Universidad de Yale, en el que se ofrecía un pago de cuatro dólares (de aquellos tiempos) más una comida a un buen número de personas de entre 20 y 50 años de edad, a participar en un "estudio de la memoria y del aprendizaje" .
A las personas que participaron, llamémosles "profesores", se les instruía sobre el castigo que debía aplicarse a una persona que se encontraba en otra habitación, llamémosle "alumno", quien supuestamente estaba conectado a un generador eléctrico cuyo voltaje oscilaba entre 15 y 450 voltios.
El experimento implicaba que el "profesor" le hiciera una serie de preguntas al "alumno" y si este no respondía correctamente el "profesor" debía de apretar un botón de los treinta que tenía a su disposición.
El primer botón daría una descarga de 15 voltios al "alumno", en la siguiente pregunta que el "alumno" se equivocara el "profesor" pulsaría el siguiente botón que le daría al "alumno" una descarga de 15 voltios más que en la respuesta incorrecta anterior.
Cuando la descarga alcanzaba los 120 voltios el "alumno" pedía a gritos que lo sacaran de ese lugar, que ya no continuara el experimento y muchas veces lo hacía hasta con lagrimas en los ojos.
Por cierto estimado lector, las descargas eran de mentiritas, pero el alumno era un buen actor, simulando muy bien los supuestos dolores que una descarga de esa magnitud le podía causar, pero ninguno de los "profesores" sabía eso.
¿Cree usted estimado lector, que los "profesores" al escuchar esas lamentaciones pararon el experimento y ya no continuaron haciéndole preguntas a su "alumno"? Algunos "profesores" preguntaron si podían abandonar la tarea que se les había asignado, pero el líder del proyecto les urgía, como un jefe autoritario, a que continuaran.
¿Cuál fue el resultado? que la mayoría de los "profesores" (63%) llegaron a descargar hasta 450 voltios, la descarga máxima, ante las malas respuestas de los "alumnos", obedeciendo las ordenes claramente inmorales que recibía.
¿Estaría usted de acuerdo con las conclusiones reportadas por Stanley Milgram?
" Cuando la persona obedece las ordenes de la autoridad, su conciencia deja de funcionar; Cuando la persona obedece órdenes, abdica a su responsabilidad; Las personas obedecen órdenes inmorales con mayor facilidad cuanto menos han contactado o conocen a la víctima y cuanto más lejos se hallan mejor; Las personas autoritarias resultan más obedientes que las personas no autoritarios; Cuanto más cerca está la autoridad de la persona, esta obedece más fácilmente; A mayor nivel educativo de las personas, es menor la intimidación que produce la autoridad, (como ven otro factor positivo de la educación); Existe una mayor propensión a obedecer entre las personas que han pertenecido a las Fuerzas Armadas o en instituciones donde es importante la disciplina, (los sindicatos y los partidos políticos por ejemplo); No existen diferencias significativas entre hombres y mujeres; La persona tiende a auto justificarse, a no sentirse responsable de lo que hizo"
El resumen que Milgram presento en su artículo "Los peligros de la obediencia" en 1974 nos dice que:
"Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Llevé a cabo un experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de las personas de lastimar a otros y aun, con los gritos de las víctimas sonando en sus oídos, la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio"
Le dejo un par de preguntas y dos reflexiones finales:
¿Si se llevara el experimento hoy en día tendríamos iguales, mejores o peores resultados?, ¿Hemos perdido el respeto y la obediencia a la autoridad, representada por los padres, autoridades religiosas, civiles y gubernamentales?.
Para mí queda claro la importancia del comportamiento de los lideres, quienes deben de evitar solicitar a sus colaboradores realizar acciones que sean inmorales, como las realizadas en el experimento de Milgram.
Pero por otro lado la obediencia de las personas debería de ser siempre sensata e inteligente, sin olvidar que la filosofía de Adán no deberíamos de aplicarla nunca: "Yo no fui, fue Eva", efectivamente la responsabilidad no debería de ser transferida tan fácilmente a alguien más, como lo hemos visto en la actuación de muchas personas en nuestro país.