Opinión

Nadie puede amar a Dios a quien no ve si no ama a su prójimo a quien si ve

Por Ramón de la Peña


Siguiendo la recomendación de su paisano Juan Javier Vásquez usare la homilía del domingo pasado tomado de San Lucas 14, 1.7-14, en este mensaje de San Lucas se nos dice:
"Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: - Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: «Cédele el puesto a éste». Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba». Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Y dijo al que lo había invitado: - Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos."
Efectivamente los que más sabemos, tenemos o podemos tenemos la obligación ética y moral de hacer algo importante por los que menos tienen, pueden, saben o pueden.
Hace tiempo en una Navidad, recibí un excelente regalo de la Fundación José Llaguno, que apoya a las personas que viven en la Sierra Tarahumara, la Fundación me regaló un libro de Juan Mateos, un sacerdote jesuita, titulado: “El Sermón del Monte”, en el que este autor analiza las bienaventuranzas según San Mateo y la oración del Padre Nuestro para encontrar el significado original de las bienaventuranzas y del Padre Nuestro; significado que se perdió, según el Padre Mateos, por malas traducciones e interpretaciones. Cierta o no su versión, su lectura me hizo meditar y pensar en esas oraciones que muchas veces decimos sin reflexionar en su significado y sin pensar que son un medio para cambiar nuestra actuación y nuestro estilo o modo de vida.
Inicia su reflexión con la primera bienaventuranza, la cual típicamente se ha traducido al español como: “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el reino de Dios”. El dice que esta traducción no es correcta, el ser pobre no es ningún mérito. A través de su análisis encuentra que el sentido original de esta bienaventuranza es el siguiente: “Dichosos los que eligen ser pobres . . .”. Como ven, se trata de una bienaventuranza que implica una decisión personal, se trata de decir: “para mí el dinero no es lo importante, el acumular riqueza no tiene ningún valor”. Se trata de comprender que sólo mediante esta opción se elimina la injusticia y la inequidad a través de ser uno generoso y solidario con los que menos tienen.
Una sociedad se construye sobre un sistema de valores. Para construir una nueva sociedad, Jesús propone tres, asegura el Padre Mateos: El compartir, la igualdad entre todos y el servicio. No basta ser bueno, asegura el Padre Mateos, tenemos que actuar, empezar a cambiar hoy, primero nosotros y después con nuestro ejemplo cambiar a los demás. Implica decirse a uno mismo: No se vale ser egoísta, no se vale agredir; se vale ser generoso, se vale compartir, se vale ayudar, se vale ser solidario, servicial.
Expresada así la primera bienaventuranza, las demás adquieren un gran sentido.
*   Dichosos los que sufren, porque van a recibir el consuelo. ¿Por quién, se preguntarán ustedes? De los que decidieron ser pobres, generosos y solidarios con los que menos tienen.
*   Dichosos los sometidos, porque van a heredar la tierra. ¿Esto qué implica?, se pregunta el Padre Mateos. No se trata, dice, de que entre todos poseamos la tierra; se trata de que todos en común tengamos libertad. Es decir, que los que estaban sometidos, gracias a la ayuda de los que decidieron ser pobres, van a tener su libertad y su independencia.
*   Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque van a ser saciados. ¿Por quién?, claro, usted ya lo adivinó.
*   Dichosos los que prestan ayuda, porque van a recibir ayuda. Mi mejor deseo, estimado lector, es que usted sea de los que prestan ayuda.
*   Dichosos los limpios de corazón, porque van a ver a Dios. Implica eliminar la armadura con la que vamos cubriendo nuestro corazón, armadura que elimina la compasión, el amor y la generosidad. Pero no se le olvide que actuar de una manera o de otra depende de usted.
*   Dichosos los que trabajan por la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos. La paz, dice el Padre Mateos, no es sólo la ausencia de la guerra sino también la prosperidad, las buenas relaciones humanas, el derecho y la justicia.  Empiece a trabajar por la paz, este día.
*   Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque tienen a Dios por rey. Pero ¿fieles a quién o qué?, se pregunta el Padre Mateos. Los fieles a la práctica de eliminar las tres grandes ambiciones: “tener más dinero, tener más honores y tener más poder”.
En resumen, lo que se promueve en las bienaventuranzas es la creación de una nueva cultura, de una nueva sociedad, de una nueva manera de ser que implica tres valores fundamentales: el compartir, el servir y el promover la igualdad.
Del análisis del Padre Mateos sobre la oración del Padre Nuestro me impactaron varias de sus conclusiones.
* “Realícese en la tierra tu designio del cielo”, en vez de “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”. Ojo, estimado lector, al estar rezando el Padre Nuestro está usted pidiendo que se realice el designio del cielo –esa nueva cultura, esa nueva sociedad– a través del trabajo de la comunidad.
 * “Nuestro pan del mañana dánoslo hoy”, en vez de “el pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. Entiéndase por el pan del mañana el amor, la alegría, la amistad, la unión, la generosidad. Eso es lo que estamos pidiendo en esta oración.
 * Y perdónanos nuestras deudas, que también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Destaca el Padre Mateos que esta parte de la oración es la única que tiene una condición... “perdónanos porque también nosotros perdonamos”.
Implícito en este mensaje está el hecho de que nosotros podemos elegir y, sobre todo, inventar nuestro modo de vivir. Fernando Savater en su libro “Ética para Amador” ,le recomiendo leer este libro y le paso al costo sus recomendaciones para curarnos de la “imbecilidad moral” tal y como Savater etiqueta nuestros malos comportamientos. Le recomiendo meditar en ellas y actuar en concordancia:
Creer firmemente “que no todo da igual (que no todo nos debe dar igual), pues queremos realmente vivir y además vivir humanamente bien”.
Continuamente cuestionarnos en que “si lo que hacemos corresponde a lo que de verdad queremos o no”.
Practicar, practicar y volver a practicar para “ir desarrollando el buen gusto moral”, así habrá “cosas que nos repugnen espontáneamente, que nos moleste decir mentiras, ser desleales”.
Renunciar a todo aquello que suene como una “coartada que disimule que somos responsables de las consecuencias de nuestros actos”. Efectivamente, hay que renunciar al yo no fui, fue alguien más.
Más adelante, en su libro destaca que “una de las características principales de todos los humanos es nuestra capacidad de imitación”. Por eso es tan importante el ejemplo que damos a los que nos rodean: nuestros hijos, amigos, colaboradores. Me encantó la “Despedida de su libro”: “Adiós, amigo lector; intenta no ocupar tu vida en odiar y tener miedo”.