Muchas veces pensamos que los grandes genios de la humanidad nacieron con todas las capacidades y habilidades para dar su gran aporte a la sociedad; que todo fue cuestión de tiempo para que se les ocurriera realizar esa proeza que cambió la historia.
La realidad es que la mayoría de esas grandes personalidades pasaron por un proceso de aprendizaje que inició desde la infancia, generalmente apoyado por sus padres, o bien por un tío, abuelo, maestro o tutor. Estos últimos les brindaron las herramientas para que lograran desarrollar su genialidad, ya sea de manera directa o bien buscando a quienes lo pudieran hacer.
Me encanta iniciar con los grandes de la música: Mozart. Su padre fue compositor y se dio cuenta de que su hijo tenía ese don; desde pequeño lo fue guiando y enseñando. El padre de Beethoven siguió el mismo camino. El compositor de la Novena Sinfonía, desde sus primeros años, aprendió a tocar los instrumentos musicales de la época y posteriormente a componer. Cuando su papá sintió que no podía enseñarle más, buscó a otros músicos mejores que él.
En el mundo de las letras podemos hablar de las hermanas Brontë, quienes escribieron grandes obras de la literatura universal; muchas de ellas han sido llevadas a la pantalla como películas, series e incluso al teatro. Menciono algunas de sus obras: Jane Eyre, de Charlotte Brontë; Agnes Grey, de Anne Brontë, y Cumbres borrascosas, de Emily Brontë. Su padre fue fundamental: en un mundo donde las mujeres debían aprender únicamente las labores del hogar, él las introdujo al mundo de las letras.
En las ciencias, ni se diga. Me encanta el ejemplo de Marie Curie, cuyo padre, profesor de física y matemáticas, la llevó por el mundo de las ciencias. Todos sabemos que ganó dos premios Nobel y que sus aportes al conocimiento científico se siguen percibiendo en el ámbito de la salud y en el manejo de la energía nuclear.
¿Y qué tal Bill Gates? Él reconoce que el apoyo de su madre fue esencial. Ella, empresaria y filántropa, lo encaminó por el mundo que ha recorrido. Otro caso, en el mundo de los negocios, es el de Carlos Slim Helú: su padre, desde que él tenía 10 años, le entregó una libreta contable y le enseñó sobre el ahorro y el control de gastos; le inculcó que el dinero debe trabajar, así como a invertir en bonos y acciones.
Sor Juana Inés de la Cruz recibió una gran influencia de su abuelo materno, de quien no solo heredó una gran biblioteca, sino también el amor por las letras, la historia, la filosofía y el pensamiento crítico. Frida Kahlo conoció el mundo del arte por la influencia que ejerció su padre sobre ella.
Dígame a qué personaje de la historia admira e investigue cómo fue su primera formación durante la niñez; en la mayoría de los casos observará lo que le digo. Esto mismo podrá notarlo en los grandes del mundo religioso, de la política, del deporte y de la milicia.
Se dice que muchos de ellos fueron rebeldes; sí, claro, tuvieron que romper con los patrones de su época para poder trascender. Que varios genios se atormentaron, bueno, esto es relativo; muchas personas viven atormentadas y así mueren, sin pena ni gloria. La vida no siempre es color de rosa.
Los grandes pedagogos sabían de la importancia de apoyar el desarrollo integral del niño: san José de Calasanz, Pestalozzi, Piaget, María Montessori, entre muchos más.
Si usted tiene contacto con niños pequeños, ya sean sus hijos, sobrinos, nietos o ahijados, apóyelos lo más que pueda, hágales crecer. Descubra su don, o bien ayúdelos a descubrirlo. La creatividad no emerge de la nada: todos los personajes que han hecho algo significativo pasaron por un proceso de formación impulsado por algún adulto.
Y, desde luego, aléjelos de las pantallas lo más que pueda; llévelos a realizar algún deporte o alguna actividad artística o científica. También juegue, lea, camine y cocine con ellos, entre muchas otras cosas que no impliquen estar pegados a un dispositivo electrónico.
Descubrirá que cada ser tiene una genialidad guardada. La de sus hijos también, solamente hay que impulsarla.