No hay una respuesta única al hecho de que las nuevas generaciones digan abiertamente que no quieren tener hijos, y además se vea reflejado en los índices de natalidad. En países europeos y en algunos de Asia, ya es preocupante. En Italia, donde en los años 60 nacían más de novecientos mil seres humanos por año, en 2023 fueron menos de cuatrocientos mil. El índice de fecundidad (número medio de hijos nacidos por mujer) en ese país, es de 1,24. Para lograr el equilibrio poblacional, este índice debe ser de 2.1; por lo tanto, se prevé una disminución del número de habitantes.
El país que más baja tasa de fecundidad tiene en el mundo es Corea del Sur, para 2022 era de 0,78. Ya están preocupados en ese país, ya que ahí no hay tanta población migrante como en Europa. Japón y China están enfrentando situaciones similares, con índices de 1.3 y de 1.2, respectivamente. La información es con datos de la tasa de fertilidad por países de Our World in Data (2022).
¿Y qué pasa con México? La situación empieza a ser preocupante, pero veamos antes. Cuando uno lee Pedro Páramo, donde quiera aparecen niños. El personaje principal llegó a tener decenas de hijos. En Cien Años de Soledad, aparecen muchos niños que, desde luego, se vuelven adultos, pero siguen naciendo a lo largo de la obra. Si uno revisa la literatura latinoamericana y, en general, la del siglo XX para atrás, en la mayoría abundan los chamaquitos.
Recientemente leí La Vegetariana, obra de la ganadora del Premio Nobel de Literatura, Han Kang (nacida en Corea). En esta novela, hay tres parejas en edad reproductiva. La protagonista casada no tiene hijos; solamente una pareja tiene uno en edad escolar, y el niño parece ser una carga. Al cual a su padre no le interesa estar con él y su madre no tiene tiempo para verlo. A lo largo de la novela no aparecen más niños, solamente se rememora un pasaje de la niñez del personaje principal, pero como algo muy triste que marca su infancia. Vemos como el arte refleja lo que pasa en la sociedad.
En México, la tasa de fecundidad para 2022 fue de 1.8, por debajo de la media mundial que es de 2.3 y, desde luego, inferior a la necesaria para que exista un equilibrio poblacional (debe ser de 2.1). Es decir, en algunos cuantos años, la población nacida en nuestro país empezará a ser menor. Claro, intervienen otros factores, como el promedio de vida, pandemias, tasa de mortalidad y factores socioeconómicos.
¿Cuáles son las razones por las que están naciendo menos niños? Son diversas y no hay una sola respuesta. Numerosos investigadores han abordado este tema, y organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la OCDE, la Unión Europea y diversos gobiernos lo tienen como prioridad en sus agendas de políticas públicas, como es el caso de Corea y Japón.
Las razones que argumenta la población fértil para tener menos hijos o no tener son las siguientes:
· Situación económica: Hoy en día, tener un hijo demanda un mayor ingreso económico.
· Inestabilidad laboral: Las nuevas generaciones enfrentan una mayor precariedad laboral.
· Falta de apoyos: La falta de apoyo para criar a los hijos, sumada a la incorporación de la mujer al mercado laboral, limita el tiempo disponible para la educación de los niños y se percibe como un obstáculo para la realización profesional.
· Cambio en los objetivos de vida: Ya no se visualiza el tener hijos como un objetivo principal en la vida de pareja. La realización personal se busca en otros ámbitos, especialmente en el económico.
· Presión social: La presión social para tener hijos ha disminuido significativamente, y el ser mujer ya no se asocia exclusivamente a la maternidad.
· Carga emocional y limitación de la libertad: Tener hijos se percibe como una carga emocional y una limitación de la libertad personal y de las opciones de estilo de vida.
· Consumo y placer inmediato: Los jóvenes priorizan el consumo personal y la satisfacción de sus placeres inmediatos sobre los objetivos a largo plazo.
· Sacrificio y necesidades individuales: La sociedad actual tiende a priorizar las necesidades individuales antes de las colectivas, y el sacrificio por otro ser humano no siempre es valorado.
Un artículo de Perla Chávez en Gaceta UNAM (octubre de 2024) menciona que los jóvenes que deciden no tener hijos también citan el cambio climático como una razón importante. Consideran que el planeta se encuentra en una situación crítica y que traer niños a este mundo sería irresponsable.
Según datos del INEGI, el número de nacimientos en México ha disminuido considerablemente en las últimas décadas. En 1994 se registraron 2,904,389 nacimientos, mientras que en 2023 la cifra fue de 1,820,888.
Claro que siguen naciendo niños, muchos jóvenes se siguen animando a tenerlos. Las edades en que los adultos en México tienen a sus hijos, en su mayoría, es de 20 a 35 años. Todavía no se observa en nuestro país que después de los 40 las mujeres se animen a tenerlos. De acuerdo con el INEGI, menos del 3% los tiene después de esa edad y solamente 491 mujeres de 50 años o más tuvieron hijos en 2023.
De acuerdo con varios filósofos, entre ellos el autor de Sapiens (Yuval Noah Harari, 2011), nos hicimos humanos y sobrevivimos como especie debido a nuestro deseo de cooperar, de apoyar y de brindar bienestar a los demás.
Varios autores (Sonja Lyubomirsky, Adam Grant, Martin Seligman, Mihaly Csikszentmihalyi, entre otros), que han estudiado este fenómeno, señalan que los mayores índices de felicidad se observan en las personas que ayudan y apoyan de manera altruista a otros. Estas personas logran ser más saludables, exitosas y alegres.
El mayor acto de bondad y ayuda es la maternidad y paternidad desinteresada. Conozco a muchas mamás y papás, y generalmente de lo que más hablan es de los logros de sus hijos y de lo que hacen por ellos. Es difícil escuchar que alguien diga que se arrepiente de haberlos tenido.
Como sociedad nos hemos humanizado, desarrollado y fortalecido gracias a la maternidad y paternidad responsable. Sin olvidar a aquellos que no tienen hijos biológicos pero deciden educar y apoyar a otros seres humanos, aunque no exista una obligación. Ellos tienen un gran mérito.
Tampoco olvidemos que ser padre o madre de familia no es solamente engendrar hijos. El verdadero mérito está en educarlos, amarlos y alimentarlos. Y es respetable si alguien decide no tener hijos, pero sí es urgente que se hable del valor de la vida, de la necesidad social de que nazcan nuevos seres humanos y de la riqueza que se adquiere al tener hijos.
No coincido con la visión comercial, muy promovida en las redes sociales, de que la felicidad es un acto individual basado en el consumo, en la belleza de la juventud y en visitar lugares bonitos. Hay más estudios y, especialmente, muchas experiencias de vida, como la tuya, apreciado lector, que nos indican que la felicidad está en la familia y con los amigos con los cuales compartir. Todo lo material es importante, desde luego, pero no por encima del ser humano. Correo electrónico: pedrooctavioreyes@gmail.com
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