Opinión

Tenemos el poder del cambio

Por Otto Granados

Sólo los ciudadanos podrán impedir un nuevo engaño en estas próximas elecciones


A juzgar por un simple vistazo a los medios, la cascada de acontecimientos que se suceden cada día en la política, asesinatos, delincuencia organizada, crisis en salud, está produciendo un grave fenómeno de distracción que impide hacer una evaluación rigurosa y serena sobre los problemas de fondo en el país, y sobre los cuales habrá que decidir en las elecciones del año que viene.

La pregunta central es: ¿Queremos que México, las familias, los hijos, estén mejor en el futuro o queremos seguir en la situación actual de estancamiento económico, de inseguridad o de mala educación? Lo que estará en juego no es solamente la competencia por el poder, sino la posibilidad de frenar el deterioro que se vive y corregir las cosas, de suerte que las generaciones actuales y futuras tengan mejores posibilidades de progresar y tener buenas trayectorias. Es decir, si los ciudadanos que votan se plantean desde el principio y con claridad lo que quieren y lo que no quieren, habrá mayor espacio para tomar buenas decisiones.

Para ello, lo primero es hacer una evaluación rigurosa de la gestión del actual gobierno federal. Hoy se cuenta por fortuna con abundante información dura para medir cómo va, de tal manera que la ciudadanía tenga un punto de partida donde cuente con más información, qué tipo de gobierno quiere y qué futuro le gustaría. Vamos a ver algunos ejemplos, una fotografía de lo que tenemos hoy:

Entre 2018 y 2024, todo apunta a que México tendrá un crecimiento por persona negativo, de menos 3%, lo que quiere decir que cuando este gobierno termine, la economía de los mexicanos, de cada mexicano, no solo no habrá crecido, sino que se habrá reducido en comparación con el año 2018.

La informalidad laboral, que son las personas que no cuentan con empleos de buena calidad, ni con salarios mínimos, ni con seguridad social o con prestaciones, asciende ya al 55%, el 38% de los mexicanos vive hoy en pobreza laboral, lo que quiere decir que con su ingreso no puede pagar el costo de la canasta alimentaria básica, o sea, con lo que gana no puede comprar lo que necesita su familia.

Hay hoy ya más de 9 millones de personas en pobreza extrema, hay más de 50 millones que no tiene acceso a los servicios de salud y en los últimos dos años, el rezago educativo, o sea las personas que no cuentan con acceso a la escuela, creció en 1.6 millones de personas, lo que equivale a la población total del estado de Aguascalientes.

En menos de 5 años, se han convertido 160 mil homicidios dolosos; Pemex y la CFE están en quiebra técnica, lo que explica los cortes cada vez más frecuentes y la mala calidad del servicio, y qué decir de la inseguridad, la violencia y la delincuencia organizada que se manifiestan de manera cada vez más grave en muchas partes del país.

Este es el balance puro y duro de cómo están las cosas ahora, y este es el segundo punto relevante: los ciudadanos tendrán que decidir si están conformes o satisfechos con la situación actual o no, y si ha llegado el momento de cambiar. Por lo tanto, es urgente que la ciudadanía exige una definición acerca de la agenda que les importa y presione para que las candidatas presenten posiciones y compromisos al respecto. En otras palabras, las elecciones sobre personas y sobre un programa concreto, creíble y viable, que no sea más de lo mismo.

Este es el tercer componente: los ¿Cómo?, Los ¿Con qué? Y los ¿Cuándo?

En estos tiempos, las campañas suelen convertirse en tomaduras de pelo, en muchos casos, unos proponen la felicidad terrenal y otros la gloria divina, pero salen malos para decidir y para decir cómo, cuándo y con qué van a hacer lo que prometen.

De lo que se trata ahora, es que las campañas sirvan para contrastar y comparar lo que tenemos con lo que queremos y sólo los ciudadanos podrán impedir un nuevo engaño en estas próximas elecciones.