Opinión

Partidos políticos (V y último)

Por Juan José Rodríguez Prats

Parlamentos y partidos son instituciones hermanas


Parlamentos y partidos son instituciones hermanas. Los primeros nacieron de la necesidad humana de discutir como única forma de entenderse. Los segundos son la consecuencia de las opiniones encontradas que, obviamente, también son sustanciales de nuestra condición. Sin ellas, las democracias no funcionan. De su madurez y cordura dependen la calidad o el fracaso de las decisiones del gobierno. Hoy, a nivel mundial, pasan por una severa crisis, esperemos que sea pasajera. La situación es alarmante porque no hay manera de sustituirlas. El único remedio es intentar mejorarlas.

En este espacio me he ocupado, más con audacia que con capacidad, de la evolución de nuestra vida política en las últimas décadas. La conclusión es que el 2 de octubre no despertaremos con una aurora plena de optimismo, sino con un horizonte cargado de nubarrones. Si no sabemos enfrentar este reto, México se hunde. Ése es, a mi juicio, el diagnóstico, vamos a las soluciones.

En el escenario habrá, en estricto sentido, tres partidos: PAN, PRI y MC. El resto no son opciones. Francamente, veo a la Marea Rosa como un espasmo solidario pasajero. Enuncio algunas tareas prioritarias.

1. Es necesario romper el círculo vicioso. Los partidos están mal porque los ciudadanos le tienen aversión a la política y esto sucede porque los partidos están mal. Tenemos que vencer la poderosa inercia de los partidos de Estado. El PAN de Felipe Calderón, el PRI de Peña Nieto y Morena, ese menjurje esquizofrénico fundado por AMLO, han sido instrumentos de gobierno, no partidos de ciudadanos. Aprendamos de los partidos exitosos: la Democracia Cristiana en Alemania, el Partido Demócrata de Estados Unidos, los partidos Colorado y Nacional de Uruguay.

2. Aflora la causa de su perseverancia. Tienen doctrina; es decir, fomentan lo que alguien denominó “la tercera cultura”, la cívica que se agrega a la técnico-científica y a las humanidades. Sólo puede hacerse política con ideas. El vacío ideológico de nuestras organizaciones es patético. Así ha sido, con excepción del periodo de la República restaurada de Juárez, cuando hubo una confrontación de corrientes de pensamiento. Nuestra historia solamente ha tenido destellos individuales de pensadores connotados. Hoy vivimos el peor momento, el discurso es hueco y la comunicación está rota.

3. Sin cultura de la legalidad, sin el estímulo al sentimiento de lo jurídico, seguiremos en nuestra decadencia. Nunca hemos sido un auténtico Estado de derecho, pero el manoseo de la ley que hoy vivimos es abominable.

4. Es hora de enfrentar nuestros mitos. Menciono los más notables: izquierda y derecha, propiedad social, federalismo, soberanía (energética, alimentaria…).

5. Hay una gran expectativa del primer mensaje de Claudia Sheinbaum ya como Presidenta. En su discurso del 1 de diciembre de 1976, López Portillo fue claro: había una transmisión de poderes. Es el mismo desafío, no se necesita amenazar, simplemente insistir en el reclamo añejo: somos un país de instituciones.

6. Es urgente generar un ambiente civilizado que supere el encono que nos impide el diálogo respetuoso. Nuestra clase política no puede continuar, como dijera el poeta José Gorostiza, entre islas de monólogo sin eco. Desdramaticemos la vida pública.

7. El pueblo de México ansía una vida cotidiana sin miedo. Con confianza en las autoridades, entre ciudadanos y en nosotros mismos. Transparencia con todas sus consecuencias y rendición de cuentas.

Ésas son las exigencias mínimas de la política. Para estas tareas, como dije al inicio, requerimos parlamentos y partidos. El asunto consiste en levantar la mira. De otra manera, no saldremos del hoyo. La frase del recién designado primer ministro francés, Michel Barnier, es propicia en nuestra situación: “Cuando somos sectarios, es que no estamos seguros de nuestras ideas”.

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