Me acabo de comer un mango. Ya ve que es temporada. Estaba dulcísimo, lo saqué del refri y estaba heladito. No sabe que ricura. Me sentí bendecida. Los calores son agobiantes. Pero tengo agua, luz, casa, todo esta bien. Tengo 47 y me he comido un montón de mangos sabrosos. He viajado y vivido todo lo que he querido. Deseo que muchos a los 47 puedan contar las historias que yo puedo. Pero sabe, al detenerme también me doy cuenta que el mundo que yo viví ya no es. Y que los próximos 25 años serán durísimos. Las nuevas generaciones las verán muy difícil. Muchos no lo quieren afrontar, y no es que nos tengamos que poner fatalistas, pero la realidad que estamos empezando a vivir las consecuencias del calentamiento global. La semana pasada le hablé del tema, y no solo se trata de plantar un árbol y soportar el calor. La realidad es que el agua escasea y la energía también. Por todos lados escucho que los apagones están a la orden del día. Y son historias de terror. Imagine dormir con estas temperaturas sin un ventilador. Imagine no tener agua fría, que tomar del refrigerador, o poder conservar sus alimentos por tener a este apagado. Hice un pequeño sondeo entre mis amistades, y hay zonas donde se está yendo la luz eléctrica casi a diario, y no solo un par de horas, hasta 12 o días enteros. Hay otras donde no ha habido problema, pero son realmente contadas. El calor a cualquiera nos pone de malas, imagínese no poder dormir bien y tener que irse a trabajar temprano al otro día.
Nos hemos acabado al planeta, de tal manera que a pesar de que nos pide a gritos que le ayudemos, que recalculemos y que intentemos tomar acciones realmente benéficas para todos, quienes tienen el poder, siguen cegados por la avaricia, porque no pueden dejar de ganar dinero a costa, de que en unos cuantos años, no halla para donde correr. Porque si ahora se reporta, que los apagones hacer parir perdidas a nivel industrial hasta de 200 millones de pesos por hora, al aterrizarlo a la vida diaria, contar con la electricidad que ayude a vivir, la vida diaria, a alimentarse, a desarrollarse correctamente, pues visualícese racionado.
La gran pregunta es: ¿Qué estamos esperando? Urge capitalizar la luz solar en energía limpia, sin miras de ganancia personal. Por qué el gobierno en lugar de gastar en campañas presidenciales no financia, paneles a la ciudadanía que pudieran recabar los watts que están siendo urgentes para mantenernos. Yo tengo hijos, de esos que dicen ser parte de la generación centenial, ¿qué futuro les espera? ¿qué sueños pueden realmente tener en un futuro tan desolador? Estamos tan adiestrados a la desinformación, que ante lo evidente no sabemos cómo accionar. Repudiamos la verdad y aceptamos la mentira. Incluso aprendemos a vivir en el engaño.
Hace 20 años nadie hubiera imaginado que esto pasaría, siempre lo vimos como una película apocalíptica, de esas tipo MadMax. Yo creo que el 2050 será crudísimo.
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