Tengo una tía que hace algunos años falleció, que mi mamá siempre aplaudía y vitoreaba porque según ella, era la mejor conductora “del mundo, mundial” porque jamás “chocó”, nunca experimentó un accidente automovilístico siendo ella quien llevara el volante en sus manos. No digo que este mál haber tenido la fortuna de nunca tener que pasar por un percance, pero si creo que hubiese sido súper enriquecedor que no se hubiera quedado sin la experiencia de experimentar, el mal trago de estanparte con otro. Y ojo, no estoy diciendo que debió vivir un daño físico o hacer un daño físico, no. Quiero dejar claro, que lo que trato de exponerle, es que todos debemos experimentar tanto cosas buenas y alguna que otra no tanto, porque estas últimas siempre son lecciones infinitas.
No hay nada más aleccionador que un error. Yo sé que dicen por ahí que los seres humanos somos los únicos que nos gusta tropezar más de dos veces con la misma piedra, y puede ser, pero creo que errar es de humanos, y errar nos vuelve a muchos sabios. Porque inteligencia hay mucha en cada uno de nuestra especie, pero sabiduria, esa que se construye a base de reflexión de la experiencia, esa solo quienes realmente han sabido sacarle provecho al error, se llevan el premio.
Hay que hablar más del error, más que esconderlo, nos debe servir de cimiento, analizarlo y hasta compartirlo para ayuda del prójimo, aunque ya sabemos que nadie experimenta en cabeza ajena, pero no esta demás que se puedan espejear. Hay errores que nos llevan a un reseteo tan dramático que hasta los podríamos considerar favoritos. No porque querramos repetirlos una y otra vez, no. Sino porque nos pueden servir siempre de referencia, de brillante lección que tuvimos que pagar con creces y que nos permitió desarrollar habilidades y gestionar emociones de forma inimaginables. Y entonces, darnos cuenta de la gran oportunidad que te da el errar, si le permites entrar a la lección y si en la consciencia del crecimiento, das cabida al análisis y a selección de información que más que victimizarnos y colocar el dedo en la llaga, sentirnos orgullosos de haber superado las pruebas que nos trajo. Si me pregunta le cuento que soy campeona olimpica del error. Y no me apena, me siento súper orgullosa, y me encanta compartirlos en una especie de storytelling en algunas oportunidades, porque entiendo perfecto que simplemento tuvimos que conceptualizar o bautizar una situación de alguna manera, y en nuestro español se nos ocurrió llamarles errores, pero más que el sentido epistemológico, hay que desaprender esa posición y venerar todo lo que se pudo en algún momento de la vida hacer y la fuerza que se tuvo para lograr soluciones y salir adelante. Que cruel sería la vida sin errores. Aburrídisima. Incluso un error bien trabajado nos trae gran autoestiva y valía porque nos engrandece. Las decisiones malas no existen, solo son decisiones que se toman con las herramientas emocionales que se tienen en el
momento y todos los días pueden variar, incluso si las cosas no salen como pensamos, seguramente es porque el transfondo será más espectacular de lo esperado y no, no es cliché.
No se estanque ni se flagele, fluya en el error, cambielo de perspectiva y verá como le cambia la vida.