Opinión

La riqueza de los años

Por Claudia Viveros Lorenzo


Si hay algo a los que muchos le tienen pánico es a la vejez. Se define como el proceso fisiológico gradual y natural de todo ser (no solo humano).

Consiste en la última etapa o período de la vida de una persona que suele comenzar a partir de los 65 años de edad. Es la etapa que le sigue a la madurez y que algunos relacionan con ser abuelos o jubilados.

También parte de la vejez incluyen cambios físicos como ganar peso, la pérdida de la fuerza física, cambios hormonales, pérdida de cabello, la llegada de las canas y las arrugas.

A las mujeres se nos demanda mucho más en este tema, pues nos invitan de una manera bastante obligada a combatirla por todos los medios el mayor tiempo posible. A los varones se les perdona más. Les da señorío y peso a su personalidad (según la sociedad).

Muchos la piensan hasta como una enfermedad, cuando es lo más alejado, ya que es una etapa saludable, se disfrute incluso con la esperanza de vida que se maneja en la actualidad.

Conforme van sumando los años, muchos empiezan a descontar pues les cuesta aceptar que la vida pasa rápido y que sin darse cuenta la juventud se ha ido en un suspiro y es hora de comenzar a pensar en el final.

Porque final tendremos todos, aunque no queramos pensar en eso.

La sociedad valora sólo al hombre activo, que es aquel que es capaz de trabajar y generar riquezas, pero tiene más posibilidades de aportar sus conocimientos y realizar nuevas tareas comunitarias. Su papel gira alrededor de dos grandes actividades: la actividad laboral y las tareas comunitarias, tales como asociaciones, sindicatos, grupos políticos. No debemos olvidar que el hecho de envejecer modifica el rol que se ha desarrollado, pero no el individual.

Por desgracia, actualmente se considera un problema de salud pública tanto a nivel nacional como internacional, ya que el cambio en la pirámide poblacional se ha volcado hacia el aumento de esta población y desafortunadamente los gobiernos no están preparados para las consecuencias físicas, mentales, sociales y sanitarias que esto implica, motivo por el cual se requiere ahondar en el conocimiento del mismo desde múltiples perspectivas.

El pasar de los años nos da una sabiduría invaluable. No entiendo porque le tienen tanto miedo, todo lo contrario, deberíamos orgullecernos de los días contados, de los recuerdos conservados, de los aprendizajes obtenidos. Cada arruga, cada cana es un trofeo, o como dicen coloquialmente, “una raya más al tigre”, la cual debemos presumir con honor y amor a nosotros mismos. Envejecer con dignidad es un

ejercicio que debemos llevar a cabo con la felicidad de entender que la vida está (como bien dijo Gabriel García Márquez) para vivirla…para contarla.

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