Perú vive una nueva etapa de inestabilidad política tras la vacancia de Dina Boluarte y la asunción del presidente del Congreso, José Jerí, como mandatario interino. Lo que podría haber sido un proceso de sucesión constitucional ordenado, ha escalado rápidamente a protestas sociales, denuncias contra el nuevo presidente y un clima de ingobernabilidad nacional.
En entrevista para XEU, el analista político Rodrigo Chilitupa señala que la crisis política en Perú no es nueva, pero con siete presidentes en nueve años, el país parece atrapado en un ciclo de rupturas institucionales, desconfianza ciudadana y falta de gobernabilidad.
¿Qué detonó la nueva crisis política en Perú?
1. Vacancia de Dina Boluarte. La expresidenta Dina Boluarte fue destituida por el Congreso de la República tras múltiples escándalos y una creciente ola de violencia e inseguridad.
2. Asunción de José Jerí sin legitimidad popular. Tras la vacancia de Boluarte, y ante la ausencia de vicepresidentes, José Geri, presidente del Congreso, asumió la presidencia por sucesión constitucional.
“José Geri no es una figura de peso político. Tiene apenas 38 años, poca experiencia y enfrenta denuncias archivadas por violación. Muchos peruanos no lo ven como una figura idónea para liderar el país”, explica Chilitupa.
Su llegada generó múltiples protestas en Lima y otras regiones, incluso antes de conformar su gabinete. El fallecimiento de un manifestante por disparo de la policía encendió aún más la tensión.
Causas profundas de la crisis política en Perú
1. Débil institucionalidad y excesivo poder del Congreso. En el modelo político peruano, el Congreso puede destituir presidentes con facilidad, sin necesidad de un juicio político complejo. Esto ha generado una serie de vacancias, renuncias y sucesiones accidentadas.
“Desde 2016, el único presidente que completó su mandato fue Ollanta Humala. Hemos tenido a Kuczynski, Vizcarra, Merino, Sagasti, Castillo, Boluarte y ahora Geri. Es un récord preocupante”.
2. Sucesiones sin elecciones. El sistema permite que el presidente del Congreso asuma la presidencia del país si no hay vicepresidentes, sin pasar por elecciones. Esto ha derivado en un liderazgo sin respaldo democrático directo.
“En lugar de convocar a elecciones inmediatas, el país queda en manos de congresistas impopulares o inexpertos, lo que agrava la falta de legitimidad”.
3. Inseguridad ciudadana descontrolada La inseguridad ha escalado al punto de ser el principal problema social, por encima de la economía o la corrupción.
4. La ciudadanía no confía en el Congreso, ni en sus líderes políticos. El rechazo al gobierno de Geri se ha manifestado en marchas masivas y una creciente presión para que renuncie.
“La percepción internacional es que Perú es un país ingobernable. Y eso también impacta en el mercado, en los emprendedores y en la inversión”, dice Chilitupa.
La situación, dijo, se complica aún más si Jeri renuncia, ya que actualmente ocupa dos cargos simultáneamente: presidente del Congreso y presidente de la República.
Si renuncia, el Congreso tendría que elegir a un nuevo presidente legislativo, quien automáticamente asumiría también la presidencia del país.
En respuesta a las protestas, el gobierno de Jerí —a través del primer ministro Ernesto Álvarez— anunció que Lima será declarada en estado de emergencia, y no se descarta aplicar la medida a otras regiones del país.
“El estado de emergencia puede verse como una salida autoritaria frente al descontento social. Esto puede generar más protestas y violencia”, advierte el analista.
Chilitupa Tantas prevé ms protestas ciudadanas, especialmente si no hay respuestas claras desde el Ejecutivo, presión interna e internacional para convocar elecciones anticipadas, posibles cambios en el gabinete y agravamiento de la crisis de inseguridad y económica si no se toman medidas urgentes.
Mientras el Congreso siga siendo el centro del poder político sin mecanismos efectivos de control ciudadano, y mientras no se convoquen reformas políticas profundas, la inestabilidad continuará siendo la norma, no la excepción.
“Lo preocupante no es solo el presente, sino lo que viene: un país sin rumbo, sin líderes legítimos y con millones de ciudadanos que han perdido la fe en sus instituciones”, concluye Rodrigo Chilitupa.