El pasado sábado 27 de julio falleció don Néstor Valenzuela, quien hace 62 años sobrevivió al brutal ataque de un tiburón cuando había acudido a la playa Villa del Mar del municipio de Veracruz.
La familia confirmó el deceso del destacado veracruzano y quien se había convertido en un ejemplo de superación, pues pese ha haber sido mutilado continuó superándose.
A los 81 años dejó de existir, fue cremado al día siguiente (domingo 28 de julio); y en ese momento se llevó a cabo una ceremonia en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová.
Hace apenas tres semanas don Néstor narraba a XEU la situación por la que atravesó cuando tenía 18 años de edad y fue atacado por un tiburón.
Contaba que era un sábado caluroso, él había salido de trabajar del Hospital Infantil y con la idea de pasar un rato agradable se fue a la playa, ahí se metió al mar, minutos después ocurrió algo que le cambiaría la vida.
"Me corté con una concha, me corté la rodilla y me empezó a salir sangre; andaba yo muy campante cuando de pronto sentí que algo me golpeó, en ese momento bajé mi mano para ver qué era y entonces sentí que un tiburón estaba atacando mi brazo y mordía, mordía y mordía hasta que me lo quitó, sentí que se me dormía el brazo hasta que ya no lo sentí".
En unos cuántos segundos el tiburón le había arrancado el brazo izquierdo; bañado de sangre intentó correr y fue auxiliado por dos bañistas que eran hermanos (Arturo y Pepe Ponce), pero en ese momento el tiburón atacó de nuevo.
“Se metieron a sacarme y ese animal no paraba hasta que me quitó la pierna (también izquierda); así que perdí la pierna y el brazo en ese feroz ataque, el tiburón estaba bastante feroz”.
¿Usted nunca lo vio venir?
“No, porque fue debajo del agua”.
¿Ni siquiera la aleta, que es a veces lo que los distingue?
“No, ni siquiera, yo no los conocía”.
Era la primera vez que en sus 18 años iba a la playa y después de ser rescatado, los hermanos Ponce solicitaron auxilio a la Cruz Roja Mexicana de lo contrario “había parado en el Instituto de Medicina Forense”.
Cuando estaba tirado en la arena esperando el apoyo no pudo ver cómo fue mutilado de sus extremidades “porque yo no estaba en mis cabales”.
¿Perdió el conocimiento?
“No, pero sí escuchaba, podía escuchar pero no ver”.
¿Qué pensó en ese momento?
“Pensé que me iba a morir, eso es lo que pensé pero gracias a Dios me sacaron a tiempo, me llevaron a la Cruz Roja me atendieron, cuando me subieron a la ambulancia perdí el conocimiento, cuando llegué a la Cruz Roja lo recuperé”.
Cuatro días estuvo hospitalizado en la Cruz Roja, después fue removido al Hospital Infantil en donde laboraba. Estuvo en recuperación durante tres meses hasta que le donaron prótesis para que pudiera ir retomando poco a poco su vida que cambio completamente.
“Empecé a aprender a andar en bicicleta, a hacer otras cosas, cuando me tocaba el turno de la noche tenía que atender al médico que atendía a su vez a los niños”.
Tiempo después pudo saber qué especie fue la que lo atacó: “era un tiburón limón de 2.70 metros; en la información sale un tiburón grande que pescaron mediante un chinchorro que pusieron los pescadores y ahí (diarios de la época) salen las fotos”.
Sin embargo no se detuvo, sin un brazo y sin una pierna retomó el trabajo, finalmente se desempeñó en el Hospital Regional de Alta Especialidad y tras casi después de tres décadas fue pensionado.
Consideraba que llevaba una vida normal, “hasta el mes pasado porque yo podía ir al baño tranquilamente, mi pena soportaba el peso de mi cuerpo pero desde hace 15 días ya no me puedo levantar de esta cama”.
A los 81 años de edad hacía una recomendación a la gente que lo escucha: “hasta el último rinconcito donde llegue que todas las personas tengan mucho cuidado cuando se acerquen a los cuerpos de agua, llámese arroyo, ríos, arroyos o mares porque en cualquier lugar los animales nos pueden hacer mucho daño”.
Nunca más regresó al mar, pero hace tiempo tuvo un encuentro con tiburones en el Acuario de Veracruz.
“Me invitaron a entrar a la jaula de los tiburones, acepté, fui y me sentí muy bien al alimentar a los tiburones con un pescado especial que se llama bonito”.
Don Néstor Valenzuela se sentía agradecido, vivía rodeado de su familia, se decía adolorido del cuerpo pero tranquilo.
Descanse en paz.