Entre suelas y zapatos… así es un día en la vida de un zapatero veracruzano

Imagen Entre suelas y zapatos… así es un día en la vida de un zapatero veracruzano

Por: José de Aquino
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Son las 6:30 de la mañana, don Salvador se estira en la cama y se prepara para darse un baño porque espera que sea un gran día laboral, aunque es buena hora para un café, prefiere esperar al desayuno.

Su familia está lista, dan las 8:00 de la mañana, con su esposa y su hijo salen a abordar el transporte desde la zona norte.

Don Salvador Hernández Ríos es originario de la ciudad de Veracruz, tiene 62 años y 32 al frente del taller de reparación de zapatos que empezó su padre, por herencia familiar desarrolla el mismo oficio, "zapatero remendón".

Al llegar al mercado, con toda la actitud espera al cliente que necesita un cambio de suela de sus zapatos, o aquel que necesita coser su calzado que se despegó, todo varía de acuerdo a la necesidad del cliente.

“Esto es muy fluctuante, varía, como pueden ser 20, cómo pueden ser 25, cómo pueden ser 10, eso va a variar de acuerdo a muchos factores, más que nada la cuestión económica, puede ser el día, puede ser la ubicación del negocio, no hay un estándar, que diga yo diariamente reparamos 50 pares, eso no es cierto, puede ser más, puede ser menos”.

Entre zapato y zapato siempre hay tiempo para el desayuno.

Mientras su hijo que ya aprendió el oficio pega una suelas a un par de tenis blanco, rojo, negro y otros colores, don Salvador aborda al público en uno de los pasillos del mercado Hidalgo, pues no son los únicos zapateros en el lugar.

Pero un buen zapatero cuenta con sus herramientas para remendar zapatos, zapatillas, tenis y un sinfín de calzado.

“Desarmadores, martillos, el pie de remachar que se conoce como la famosa pata, el banco de acabar, las alesnas, las pinzas, la alicata, el cuchillo, etcétera, etcétera”.

En el taller de zapatos cuentan con una parrilla eléctrica, pero ¿cuál es su función?.

“Ese es cuando utilizamos unos pegamentos de calor, entonces calentamos el pegamento y el zapato, ya que estén calientes, esperamos tantito y unimos las piezas como esto que está pegado con pegamento de calor”.

A la entrada del taller, se encuentra una máquina de brazo o giratoria, la maquina es de metal pero grandota, igualita a las máquinas de antaño para coser ropa, pero esta es para coser zapatos.

Dan las 7:00 de la noche, baja la cortina del taller, el día ha terminado, su familia y él han arreglado al menos 10 pares de zapatos y ahora se disponen regresar a casa, a disfrutar de una rica cena.

A veces hay tiempo para ver la televisión, pero ha pasado a segundo término, pues a las 9:00 de la noche es hora de tomar el descanso para reponer fuerzas.

Esta es la vida de un zapatero que además de la satisfacción de sus clientes al ver sus zapatos renovados, regresan cuando se les arruina otro.

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