Un equipo de investigadores ha descubierto que en las profundidades de las corrientes de hielo de Groenlandia se producen innumerables seísmos de poca intensidad, un hallazgo que podría redundar en cálculos más precisos de la subida del nivel del mar debida al cambio climático.
Las grandes corrientes de hielo de la Antártida y de Groenlandia son como ríos helados que transportan hielo desde las enormes capas de hielo interiores de esas regiones hacía el mar.
Para calcular cuánto subirá el nivel del mar, los climatólogos recurren a simulaciones informáticas de las corrientes de hielo.
Hasta ahora se había asumido que esas corrientes fluían de forma lenta pero constantemente hacia el mar, como una especie de miel espesa.
Sin embargo, las mediciones por satélite de la velocidad de flujo de las corrientes de hielo habían demostrado que esas simulaciones no son del todo exactas y, a veces, fallaban en estimar cómo afecta la pérdida de masa de las corrientes de hielo a la subida del nivel del mar.
Pequeños temblores que se propagan
Un estudio, dirigido por investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Suiza) y recogido este jueves en la revista Science, ofrece una posible explicación: en las profundidades de las corrientes de hielo se producen innumerables seísmos débiles que se desencadenan unos a otros y se propagan a distancias de cientos de metros.
Este descubrimiento ayudaría a explicar la discrepancia entre las simulaciones actuales de las corrientes de hielo y las mediciones por satélite.
"La suposición de que las corrientes de hielo solo fluyen como miel viscosa ya no es defendible, ya que reciben continuas sacudidas", afirma uno de los autores, Andreas Fichtner, investigador de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich.
Fallas de hielo
Estos temblores explicarían también el origen de numerosos planos de falla entre cristales de hielo hallados en muestras de testigos de hielo obtenidos a gran profundidad, explican los investigadores.
El hecho de que estos temblores de hielo no puedan observarse en la superficie y, por tanto, hayan permanecido sin descubrir hasta ahora, se debería a la existencia de una capa de partículas volcánicas situada a 900 metros por debajo de la superficie del hielo.
Fichtner explica que los temblores de hielo en las corrientes de hielo podrían tener su origen en las impurezas del hielo, y estas vendrían de restos de los volcanes.
Habría diminutas trazas de sulfatos que un día entraron en la atmósfera en erupciones volcánicas y volaron por medio mundo antes de depositarse en la capa de hielo de Groenlandia en forma de nevadas. Estos sulfatos reducen la estabilidad del hielo y favorecen la formación de microfisuras.
Una perforación de 2.700 metros en el hielo
Los investigadores descubrieron los temblores en las corrientes de hielo gracias a un cable de fibra óptica que se introdujo durante 14 horas en una perforación de 2.700 metros de profundidad y registró por primera vez datos sísmicos del interior de una enorme corriente.
La estación de investigación y la perforación están situadas en la corriente de hielo del noreste de Groenlandia (NEGIS, por sus siglas en inglés), a unos 400 kilómetros de la costa.
La NEGIS es la mayor corriente de hielo de la capa de Groenlandia, cuyo retroceso contribuye en gran medida a la actual subida del nivel del mar.
En la zona de la estación de investigación, el hielo se desplaza hacia el mar a una velocidad de unos 50 metros por año.
Dado que, según las mediciones de los investigadores, los temblores de hielo se producen con frecuencia en una amplia zona, Fichtner, cree que también es plausible que se produzcan en corrientes de hielo de otras partes del mundo, pero para comprobarlo hay que seguir haciendo este tipo de investigaciones en otros puntos.
Con información de EFE / Foto: Archivo /