Opinión

¿Por qué México no crece?

Por Soraya Pérez Munguía


Difícilmente podremos alcanzar el bienestar de nuestra población si no hay crecimiento económico. Sin crecimiento económico no hay reducción de la pobreza, no hay riqueza que repartir a los sectores marginados y es imposible mejorar el nivel de vida de las personas. Según el consenso entre los especialistas, la expectativa económica en México para el cierre de 2024 y 2025 continúa debilitándose, ¿por qué? ¿ qué tiene que hacer el nuevo gobierno? De esto y más les hablaré en este espacio.

Si bien en enero se esperaba un crecimiento de alrededor de 2.4% para nuestro país en 2024, en los últimos boletines tanto del Banco de México como del IMEF, la expectativa de crecimiento ha caído drásticamente a 1.5%; con lo que tendremos el crecimiento promedio más bajo desde Miguel de la Madrid.

Existen varios factores que reiteradamente han alertado sobre la fragilidad de nuestra economía. Primero, un déficit público histórico. Si el gobierno sigue gastando más de lo que le ingresa, particularmente en proyectos de poco impacto para el desarrollo, y mantiene su política de compensarlo mediante la emisión de deuda, podría llegar a un punto en el cual sencillamente las finanzas públicas ya no puedan estirar más. Tener el déficil público más alto de las últimas 3 décadas ha alertado a las calificadoras de riesgo soberano, quienes ya mencionan en sus notas crediticias que estarán atentas al presupuesto que envién al congreso en diciembre, lo que será un factor decisivo para mantener o no nuestro grado de inversión.

Otro elemento para la desaceleración del crecimiento es la baja inversión, especialmente la extranjera. Prácticamente, la totalidad de los 31 mil millones de dólares (mmdd) que hemos recibido en 2024 en este concepto, se refiere a reinversiones, sólo 900 millones son nuevas inversiones. Brasil, aún con los vaivenes políticos ha reicbido este año casi 62 mmdd, el doble de México. Los consejeros de las empresas multinacionales están concientes que México es uno de los países mejor posicionados para tomar nuevas inversiones (nearshoring), sin embargo, la aprobación de la reforma judicial socaba aún más el estado de derecho y destruye la confianza.

También influye la amenaza de nuestra participación en el TMEC lo que pone en incertidumbre a nuestros sectores productivos. Para que nos demos una idea del tamaño de esta relación, si sumamos toda la exportación de latinoamérica a Estados Unidos, sólo nuestro país representa más de 60%. Además, está la caída en la generación de nuevos empleos según los datos del IMSS, la depreciación en más de 15% del peso y la inminente discusión para eliminar los órganos autónomos; nada de esto abona a nuestra meta de crecer más.

Como escribe ciertamente Opepnheimer, muchos líderes populistas han tratado de minimizar la importancia del crecimiento económico para disfrazar sus fracasos. Pero la receta para el nuevo gobierno no tiene ningún misterio: hay que promover más la inversión aumentando la seguridad jurídica; generar más empleos mejorando las condiciones de financiamiento y eliminando los obstáculos de la formalidad que el gobierno ha impuesto; mejorar la educación e impulsar la ciencia y la tecnología para poder exportar con mayor valor agregado; crear una nueva cultura del emprendimiento y la innovación; ahorrar en los tiempos buenos para tener subsidios en los tiempos malos; y una distribución más equitativa de los ingresos.

En otras palabras, apostarle decididamente a una economía más incluyente es la gran oportunidad de tener mayor crecimiento económico y por ende, mayor bienestar.

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