Opinión

No es un adiós, es un hasta luego

Por Soraya Pérez Munguía

Tabasco se convirtió en el núcleo de la destrucción nacional


Cuando fui Diputada Federal creí que el representar a Tabasco desde la máxima tribuna federal era el más alto honor que tendría, sin embargo ser diputada local estos últimos tres años y estar más cerca de mis paisanos tabasqueños, ha sido sin duda mucho más alto. No se los voy a negar, fue un verdadero reto ser oposición en la tierra del presidente. Tabasco se convirtió en el núcleo de la destrucción nacional, vivir donde en lo oscurito y con mayorías autoritarias se aprueba una la Ley Garrote para castigar a quienes se manifiesten libremente, o una Ley Compadre que elimina las licitaciones públicas o la Ley Dedazo para que ya no se pueda elegir a los Delegados Municipales por elección popular, fue frustante para una demócrata como yo. Pero igual que muchas puertas se cierran, muchas otras se abren.

Tuve la oportunidad de recorrer varias veces mi estado y escuchar lo que vive y sufre nuestra gente, y resultado de este trabajo me permito con mucho respeto dejar más de veinte iniciativas presentadas, diez puntos de acuerdo, más de 20 solicitudes de transparencia, casi 50 reservas de Ley, innumerables intervenciones en tribuna defeniendo nuestras causas y cientos de gestiones ciudadanas que estoy segura servirán para consolidar nuestro Edén.

Entre las iniciativas aprobadas se encuentran la creación del Registro de Deudores Alimentarios que impulsé de la mano de la Senadora Kenia López Rabadán y el colectivo 50+1; el permiso con goce de sueldo para trabajadores del Estado para realizarse estudios de prevención contra el cáncer que trabajé con Cáncer Warriors; y la Ley de Responsabilidad Patrimonial para que el gobierno pague a los ciudadanos por sus daños. Quizás una de las que más me emociona, es haber podido transformar nuestro Congreso en un verdadero Parlamento Abierto.

Mis días como Diputada están por terminar, más concluyo esta labor con la satisfacción de haberlo realizado siempre con la frente en alto, siempre a favor de los ciudadanos, y con lealtad a mis convicciones, principios y valores. A mis compañeros de todas las fuerzas les digo que en política nada es personal, y que desde cualquier trinchera como lo he hecho en 20 años de carrera profesional seguiré trabajando por esta tierra que tanto amo y por mis paisanos que tanto respeto.

No es un adiós, es un hasta luego; porque siempre contarán con una aliada permanente para lo que signifique bienestar y progreso para México.

Eso sí, quizás en unos meses nos volvamos a ver. Porque comienza con Xóchitl Gálvez la reconstrucción nacional y una nueva historia, donde todos y cada uno de nosotros tiene una tarea para construir el México que merecemos.

Dijo Xóchitl este domingo en el Zócalo y me caló hasta el alma: México siempre será libre. Vamos a ganar para dar, no para recibir. Para compartir, no para arrebatar. Para respetar, no para humillar. Para unir, no para dividir. Para sanar, no para lastimar.

Por eso les dije a mis pequeños hijos, un poco emocionados y otro tanto confundidos entre tanto tumulto: Estamos aquí porque quiero que ustedes decidan el país en el que quieren vivir, mi generación no puede decidir por ustedes.

Y así, rodeada de cientos de miles de mexicanos y abrazada de Oscar, Sorayita y Mateo entonamos juntos el himno nacional, en ese momento un par de lágrimas rodaron nuestras mejillas. ¡Viva México!

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