Opinión

Queramos a nuestra familia

Por Ramón de la Peña


Ante el impacto negativo de la pandemia, el incremento de muertos por esta causa, y el incremento de adultos mayores con enfermedades mentales, recordé un mensaje que les compartí hace tiempo con respecto al cariño que le deberíamos de tener a nuestra familia. Lo inicie compartiendo un mensaje que recibí de un colega, quien me conto la siguiente historia: “Otra vez es Navidad, otra vez tener que comprar regalos; la Navidad se había convertido para mí en casi una gran molestia. Así, con ese pensamiento en mente, decidí entrar en una juguetería famosa en Monterrey a comprar esos regalos de última hora que nunca faltan. De pronto me encontré a un niño como de 9 años sosteniendo en sus brazos una preciosa muñeca. Me fijé que la sostenía y la miraba muy tiernamente"

Esto le llamó mucho la atención, tanto que se le quedó mirando y se preguntó para quién sería la muñeca que sostenía en sus brazos. Para lo cual se acercó al niño y le preguntó para quién era la muñeca. Esta muñeca le respondió el niño, "Es la que mi hermanita deseaba para esta Navidad, ella estaba segura que Santa Claus se la iba a traer, se había portado tan bien que sabía que se la merecía, pero no tengo el dinero suficiente para comprarla concluyó el niño."

La relatora le dijo, no te apures, de seguro Santa Claus se la llevará a tu hermanita, pero el niño le contestó: "No, Santa no puede ir dónde está mi hermanita, yo le tengo que llevar la muñeca a mi mamá pues ella sí puede llevársela.

Ah, caray, ¿y dónde está tu hermana? – le pregunto la relatora–. Con lágrimas en los ojos el niño le dice: "Ella se ha ido al cielo, mi papá me dice que pronto mi mamá se va a ir al cielo con ella también."

Aquí ya no supo ni qué decir, sólo se le quedo mirando. El continuó: "le dije a papá que por favor le pidiera a mi mamá que no se fuera todavía, que me esperara hasta que regresara de la tienda"

Todo esto se lo dijo el niño, mientras continuaba abrazando a la muñeca y con los ojos llenos de lágrimas mirando al suelo. Mientras él no miraba, la relatora metió la mano en su bolsa y saco unos billetes y le dijo al niño que le permitiera su dinero para contarlo otra vez. El niño aceptó y ella empezó a contarlo al mismo tiempo que lo juntaba con el que había sacado de su bolsa.

Al decirle la cantidad, el niño abrió los ojos y con una sonrisa en los labios, dijo: "Yo sabía que sí me iba a alcanzar. Hace un momento le pedí a Dios que me diera suficiente dinero para comprar esta muñeca para que mi mamá se la pueda

llevar a mi hermanita. El oyó mi oración y no sólo me dio para comprar la muñeca, sino que también me dio para poder comprarle una rosa blanca a mi mamá. A ella le encantan las rosas blancas"

La relatora lo acompañó a la caja a pagar la muñeca y en la florería compraron la rosa blanca y nuestra relatora se fue con un espíritu y un sabor en el corazón muy diferente al que tenía cuando llegó a la tienda.

Pero de repente recordó la historia que había leído en el periódico por la mañana, en la cual se relataba el accidente causado por un conductor ebrio donde había muerto una niña y la mamá estaba muy grave en el hospital. Dos días más tarde leía en el periódico que la mujer del accidente había muerto. Nuevamente vino a su mente la cara del niño y la historia que le había contado. Fue y compro un ramo de rosas blancas y las llevo a la funeraria. Ahí vio el féretro con el cuerpo de la mujer, la mamá del niño, con una rosa blanca en su mano y abrazando una hermosa muñeca.

Ella se fue llorando y reflexionando cómo en un segundo todo puede cambiar, cómo un conductor irresponsable puede destrozar la vida de una familia.

Por favor, "No guarden su cariño, sus caricias, sus consejos, sus sonrisas, su plática para una ocasión especial. Aproveche el aquí y el ahora para hacer de cada momento una ocasión especial, especialmente en esta época navideña"