Opinión

El tercero en discordia

Por Otto Granados

Movimiento Ciudadano ha entrado en una crisis existencial que pone en riesgos su propia supervivencia política


Tras el escandaloso y fallido espectáculo protagonizado por el gobernador de Nuevo León a finales del año pasado cuando quiso ser candidato presidencial, el llamado Movimiento Ciudadano ha entrado en una crisis existencial que pone en riesgos su propia supervivencia política, si no alcanza el porcentaje mínimo de votación para seguir medrando como partido político, como todo parece indicar a la fecha.

Sin embargo, hay varias de este episodio. La primera es que no pudo construir una verdadera organización seria, porque Movimiento Ciudadano se ha convertido en un recipiente de viejos transfugas venidos de otros partidos, su fundador y dueño fue por muchos años un activo militante del PRI, con el que rompió en los años noventas por una situación legal, que incluso, lo privó de su libertad. Luego, se dedicó a reclutar políticos que, como no pudieron competir exitosamente en otras organizaciones, se acomodaron en Movimiento Ciudadano para encontrar acomodo y beneficios económicos, es el caso, por ejemplo, de una exgobernadora de un estado del sur del país, que terminó su período en medio del desprestigio y hacia otros más, y así ha venido levantando cascajo hasta la fecha.

Es cierto que los candidatos postulados en Nuevo León y en Jalisco ganaron en su momento, pero la realidad es que ambos casos fueron fenómenos muy locales, que en la práctica alquilaron la marca de Movimiento Ciudadano, y de hecho hubieran salido adelante por ese o por cualquier otro partido. La prueba está en que el actual gobernador de Jalisco, ha roto ya con la dirigencia nacional de su propio partido. 

El segundo problema es que a nivel nacional ha sido un partido marginal que no ha logrado levantar más de tres, cuatro o cuando muchos seis por ciento de los votos en distintas elecciones. En 2018, por ejemplo, apenas logró tener siete senadores de 128 y 23 diputados de 500 diputados en total, pero no ganó en un solo distrito.

Aquí está una de sus características más sospechosas, porque parece claro que su mayor interés es seguir recibiendo el financiamiento público para lo cual requiere un mínimo de votación. Sólo para darle un ejemplo, en las elecciones municipales del Estado de México entre 1996 y 2012, levantó apenas el 3.4 por ciento, nada más este año recibirá cerca de  mil 17 millones que manejan de manera totalmente discrecional. 

Este es el tercer saldo del desastre que prevalece hoy en Movimiento Ciudadano. En lugar de sumarse a la alianza opositora, que es lo que más le conviene a México, y como no pudieron presentar un candidato competitivo propio, decidieron sacarse de la manga a un directivo del propio partido como relleno, para conservar las prerrogativas, como ya dije, y para jugar el papel de esquirol de Morena, en un acto vergonzoso de vasallaje político, como ya lo hicieron, por cierto, en 2016 y en 2012.

Para disfrazar ese papel, ahora Movimiento Ciudadano argumenta que es la tercera vía, pero la historia electoral en el mundo demuestra que no hay terceras vías, en España, por ejemplo compitieron el Partido Socialista y el Partido Popular nada más, en Estados Unidos Biden contra Trump, en Chile Gabriel Boric contra José Antonio Kast, en Argentina, las más recientes, Javier Milei contra Sergio Massa, y así sucesivamente, o sea, la tercera vía sencillamente no existe, así que no tiene ningún caso que el elector desperdicie su voto en favor de un partido que no tiene ninguna posibilidad de ganar y cuya participación, es por lo tanto, un engaño al ciudadano.

Esa es la conclusión central, en estas elecciones Movimiento Ciudadano será nuevamente derrotado en medio de la ignominia y la vergüenza que se han ganado a pulso.