Opinión

Honor y dignidad

Por Juan José Rodríguez Prats

En 1925, el presidente Calles le preguntó a su subalterno Gilberto Valenzuela: “¿Por qué su renuncia si yo no le he perdido la confianza?”. Éste le respondió: “Usted a mí no, pero yo a usted sí”. Un ejemplo de dignidad y señorío.


Momentos trascendentes de la condición humana: Año 510 a.C. Gobernaba el séptimo y último rey de Roma, Tarquinio El Soberbio. Su hijo del mismo nombre, que no le iba a la zaga en su conducta displicente, violó a una hermosa mujer llamada Lucrecia, quien, a causa de su desgracia, frente a su padre y a su esposo, se suicidó diciendo: “Para que nadie oculte su deshonor con mi nombre”. El hecho provocó la rebelión de los romanos, la huida de los Tarquinios, la fundación de la República con sus instituciones, la división del ejercicio del poder y uno de los periodos más fecundos de la historia de la humanidad.

441 años a.C. Sófocles escribió su tragedia Antígona, relatando que ésta, desobedeciendo las órdenes del rey de Tebas, Creonte, le dio sepultura a su hermano, caído en el campo de batalla, pero considerado un traidor. En el juicio, ante los reclamos, la heroína simplemente dijo: “Lo hice porque, por encima de lo ordenado, hay un derecho natural que obliga a mi conciencia”. Ahí está uno de los orígenes de la larga historia de los derechos humanos.

En 1215, en Inglaterra, Juan sin Tierra, un gobernante débil, no tuvo más remedio que firmar la Carta Magna para reconocer derechos a sus súbditos y comprometerse a rendir cuentas a los lores y los comunes. Iniciaba la exigencia de ejercer los cargos públicos con limitaciones.

Al rey de Prusia Federico II (1740-1786) le molestaba un molino que hacía ruido cuando celebraba sus frecuentes festejos en palacio. Le ofreció al dueño comprarlo. Ante la negativa, lo amenazó con demolerlo y le sugirió acudir a la justicia con esta frase: “Aún hay jueces honestos en Berlín”. Así lo hizo el humilde súbdito, quien ganó el caso y el rey no tuvo más remedio que resignarse y pagar los daños. El caso se utiliza para ejemplificar el Estado de derecho.

Acerquémonos a nuestra era. En 1858, ante la traición de Félix Zuloaga a Ignacio Comonfort, este último decide renunciar a la Presidencia de la República y abandonar el país, pero antes corrige su error y excarcela a Benito Juárez, quien, como presidente de la Suprema Corte, asumiría la defensa de la legalidad y posteriormente de la Independencia de México. Aquel momento significó el origen de la República restaurada, una de las etapas más brillantes de nuestra historia.

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Los mexicanos están enriqueciéndose masivamente

En diciembre de 1955, en Alabama, Rosa Parks, mujer afroamericana, desobedeció la ley que la obligaba a ceder su lugar a un joven blanco en un transporte público. Este acto motivó las sanciones correspondientes. Martin Luther King inició una rebelión pacífica: nadie de su raza debía utilizar ese servicio. Un año después, la medida fue suspendida. Ahí comenzó uno de los más intensos movimientos en defensa de los derechos civiles en Estados Unidos.

En 1925, el presidente Calles le preguntó a su subalterno Gilberto Valenzuela: “¿Por qué su renuncia si yo no le he perdido la confianza?”. Éste le respondió: “Usted a mí no, pero yo a usted sí”. Un ejemplo de dignidad y señorío.

12 de noviembre de 1931. Ante la expulsión del país de Luis Cabrera Lobato por sus críticas al gobierno, Alberto Vásquez del Mercado presentó su renuncia: “…el puesto de ministro de la Suprema Corte de Justicia no puede desempeñarse íntegramente cuando no se logra que las resoluciones de los tribunales sean acatadas y obedecidas”. Un antecedente relevante cuando estaba conformándose el viejo régimen de la Revolución Mexicana.

En repetidas ocasiones, el presidente de México agredió verbalmente a la recién electa presidenta de la SCJN. El 5 de febrero de 2023, Norma Lucía Piña (la Rosa Parks mexicana), en su condición de titular de un Poder de la Unión y de mujer, se negó a ponerse de pie ante el ingreso al recinto de Andrés Manuel López Obrador. El gesto es un hito en nuestra historia.

Sí, para que una nación avance se requiere honor y dignidad.

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