Opinión

Reflexiones gomezmorinianas

Por Juan José Rodríguez Prats

La democracia es palabra, palabra interior de la conciencia; palabra de honor que se da y que se cumple.


La política consiste elementalmente en sumar voluntades. Manuel Gómez Morin fue un aglutinador de ciudadanos mediante dos herramientas: su gran calidad humana en el trato y las ideas sustentadas con una gran sabiduría y sencillez.

Cada vez, con más frecuencia, escucho hablar de propuestas para convencer a los electores y ganar su voto para 2024. Creo que el ejercicio no requiere de creatividad, sino de memoria. Lo mejor del PAN ha sido y es su doctrina. Menciono algunas ideas de su fundador que tienen una notable vigencia.

Posiblemente, la cita que en forma machacona repiten los panistas es: “Las ideas y los valores del alma son nuestras únicas armas. No tenemos otras ni las hay mejores”.  A esto se agrega otro mantra: “Que nunca falten motivos espirituales a nuestra lucha política”. El problema está en que hasta ahí llega la referencia, sin mencionar su esencia.

El PAN es precursor de las políticas que se han implementado y de las instituciones que han beneficiado a México y a los que hoy deben dársele continuidad.

Las ideas de la Ilustración, derechos humanos, división de Poderes, contienda electoral, política social, política económica de mercado, autonomía del Banco de México, Estado de derecho, federalismo, municipio libre, entre otras muchas, forman parte de sus propuestas.

“Tanta sociedad como sea posible, tanto Estado como sea necesario”. El Estado como rector, pero no como propietario. Principio de subsidiariedad: que no haga la entidad mayor lo que puede hacer la entidad menor. Y así podríamos continuar con un necesario ejercicio de memoria.

En 1946 se invitó a Luis Cabrera para ser candidato del PAN a la Presidencia de la República. Lo consideró un alto honor a su persona, pero por su edad no aceptó. Sin embargo, el partido hizo propuestas. Las enumero: respeto y garantías a la persona humana; libertad y respeto al sufragio; libertad al municipio libre; libertad al campesino y de la tierra; libertad sindical; realización inmediata del programa más urgente de reforma social; límite a la invasión desquiciante y corruptora del Estado; honradez, responsabilidad y aptitud en la administración pública; colaboración activa de México en la creación de un orden internacional que preserve la paz. ¿Algo qué agregar?

En 1939 se le solicitó a José Vasconcelos su opinión sobre la creación del PAN. Contestó con una idea discutible, pero digna de ser considerada: “La doctrina la improvisa cualquier leguleyo recopilando textos, y en política lo que interesa es la calidad de los hombres que representan la acción política, presente y futura”.

Regresemos al pensamiento de Gómez Morin: “La mejor forma de frustrar la realización efectiva de un ideal de justicia es elevarla a la calidad de ley”. Aquí está una certera propuesta. Se requiere superar lo que denominó la cultura legaloide que consiste en retorcer la ley, percibir sus huecos, manipularla, darles vuelta a las palabras, desfigurarla. De nuevo don Manuel: “No pretendamos alejar el derecho de la vida, humanicemos nuestro derecho, volvamos al hombre”. Una de sus mayores aportaciones fue la Ley de Crédito Agrícola, la consideraba “la niña de sus ojos”. Alguien le preguntó qué había sucedido con ella. Aun cuando no era proclive a decir malas palabras, respondió “Pues resulta que creció y la emputecieron”. Eso también podría decirse de nuestra Constitución.

En la correspondencia que sostuvo con Efraín González Luna, escribió don Manuel: “El tránsito de la convicción íntima a la decisión política significa un salto mortal”. Ahí está la clave: unir pensamiento y acción, vincular palabras con actitudes y conductas. La virtud por antonomasia del político es la congruencia.

Por último, ahora que tantos levantan la mano para ser candidatos, recuerdo otra de sus enseñanzas: “No ambiciones lo que no mereces”.