Opinión

Domingo del buen pastor

Por José Manuel Suazo Reyes

El IV domingo de pascua es conocido en la liturgia de la Iglesia católica como el Domingo del Buen Pastor


El IV domingo de pascua es conocido en la liturgia de la Iglesia católica como el Domingo del Buen Pastor debido a que en la Palabra de Dios que se proclama, se utiliza muchas veces la imagen del Pastor. Dios es el Pastor de Israel, así lo proclama el Salmo 23 “El Señor es mi pastor, nada me faltará”. Jesús mismo se autodefine como “Buen Pastor”, “yo soy el buen pastor” (Jn 10, 11) y lo ha demostrado dando la vida por sus ovejas como se anuncia también en muchos pasajes del Nuevo Testamento.

En el Evangelio que escucharemos este domingo (Jn 10, 1-10) Jesús utiliza cuatro imágenes que se relacionan entre sí: el pastor, la puerta, las ovejas y el ladrón. La imagen del pastor refiere el cuidado y las atenciones que Dios tiene con nosotros, la imagen de la puerta resalta el valor de la mediación que desempeña Jesús, la imagen de las ovejas describe las principales actitudes que sus discípulos deben tener y la imagen del ladrón representa los peligros a los que se exponen los discípulos.

El Pastor entra por la puerta, llama a las ovejas por su nombre, las conduce afuera y camina delante de ellas. Nos encontramos delante de un retrato de la figura de Jesús. En efecto él ha sido enviado por el Padre para dar la vida por las ovejas, como dice en la parte final del pasaje evangélico que se proclama en este domingo “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Jesús nos ha dado la vida eterna desde la Cruz y nosotros nos la apropiamos a través de los sacramentos. Esto nos permite pasar a la segunda imagen, la de la Puerta.
Jesús afirma yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto” (Jn 10, 9). El primer paso para entrar por la puerta es bautizarse, es hacerse cristiano y luego toda la vida debe ser coherente con ese primer paso: Estar atravesando continuamente la puerta de la Salvación: Cristo. Esta es la enseñanza que nos ofrece continuamente la Iglesia Católica.

Pasar por la puerta significa significa cultivar la una vida sacramental y existencial, es decir además de recibir los sacramentos seguir las enseñanzas de Cristo, imitar su ejemplo y vivir sus valores. En particular llevar la cruz con amor como él. Cuando oramos en la Iglesia pasamos siempre por esta puerta cuando decimos: por Cristo nuestro Señor… Todas nuestras oraciones pasan por Cristo para llegar al Padre. Nos unimos a la oración de Cristo para que él las presente al Padre.

La imagen de la puerta, indica la mediación de Cristo en la Salvación de la humanidad. Él es el mediador de la Nueva Alianza (Heb 9, 15). Es necesario que pasemos por Cristo para alcanzar la salvación. Por eso él dice: “Nadie va al Padre si no es por mí” (Jn 14, 6). Por lo tanto si queremos llegar a Dios y tener una relación personal con él, debemos pasar por medio de Jesús, debemos unirnos a él para que él nos presente al Padre.

La imagen de las ovejas se refiere a los discípulos que han creído en Jesús. Las Ovejas, dice Jesús, conocen al Pastor, tienen identidad, un nombre, se dejan conducir, y siguen al pastor. Todas estas acciones revelan la identidad de quien es discípulo. La primera cosa es el conocimiento. Esto significa que uno debe familiarizarse y profundizar en primer lugar con la Sagrada Escritura pues ella nos habla de Jesús. Otro modo de conocer a Dios es también mantener una relación de respeto, solidaridad y cercanía con el ser humano, pues Dios también se revela en sus criaturas, especialmente en el rostro de los más insignificantes. La identidad de los discípulos es que gracias a Jesucristo, por medio del bautismo, se convierten en hijos de Dios. Uno está llamado a mantener una relación cercana con Dios como su hijo. Y Desde luego el discípulo escucha la voz de su maestro, es decir pone en práctica sus mandamientos.

Por último el evangelio también advierte a los discípulos sobre los peligros que corren. Estos vienen representados en la figura del ladrón que no entra por la puerta sino por otro lado porque llega a robar a dispersar y a destruir. El ladrón es lo contrario de lo que hace Jesús. El bandido se aprovecha de las ovejas, las usa en su propio beneficio y sólo ve su conveniencia.
Que esta palabra de Dios nos lleve a mejorar nuestra relación con Jesús y que su ejemplo nos motive también a los que tenemos una responsabilidad de pastoreo ante los demás.

//Azteca Partners