Pintura y cerámica de Georgina Malpica Ortiz y Joel Bautista Rojo, en el Museo de la ciudad
La cerámica como propuesta estética cobra una vigencia preponderante en nuestra entidad. Incluyente a su carácter utilitario su hechura va más allá de las vasijas y figuras antropomorfas, hoy es un reconocido discurso visual, difundiendo en su trazo y composición una invitación latente al tacto, casi a la caricia.
Arcilla, pigmentos, fuego son los ingredientes básicos para el diseño de la cerámica pero detrás de cada línea de expresión previamente planeada por sus realizadores hay la furtiva lectura de los caprichos del horno con la argucia de quien la logra.
La experiencia de Joel Bautista Rojo en este campo es vasta. Hoy el maestro y tallerista, evoluciona hacia un figurativismo mágico. Sus caballos van por el sendero imaginario de un animal indómito por naturaleza, Joel atrapa la esencia de su instinto, y lo pone en su obra casi a la par de muchos sentimientos humanos.
Joel se hace acompañar de un mesurado profesionalismo con el toque distintivo del creador insistente en la alegoría de la estética: el espectador decide la lectura complementaria de lo expuesto y con ello forja una pequeña trampa, donde se torna a los caminos de la hermenéutica : obra- público- alteridad-circunstancia.
Joel posibilita con su arraigo a la fauna, poemas al aire co sus equinos y epígrafes marinos con sus peces.
En este caso el acompañamiento de dos discursos: pintura y cerámica nos hace más rica los embates al cerebro y a vista, así de manera sujeto y predicado, maestro y alumna (Joel- Georgina Malpica Ortiz) confabulan en un lenguaje visual lúdico para los apreciadores.
Georgina crece en la experimentación de técnica. Toma el óleo como inicio pero se traslada a la cerámica a la luz de un contubernio plástico, pues se trata de soltar el vuelo de la materia prima a disposición: arena, aceites, colores para partir del punto donde se nació o se pertenece: el agua salada.
Sirenas y como es su distintivo sin rostros, se engarzan a nuevas historias fuera de las odiseas de marinos ilusos, lo de Georgina Malpica Ortiz nos centra en la apoteosis del pretérito y devenir de los porteños, al Golfo, al mar, al alma Mater.
Joel-Georgina, Georgina- Joel dos constantes en la rúbrica visual, estela de sal y anhelos de criaturas proclives a metamorfosis.