Opinión

Mafia funeraria en Tabasco: así operan con ayuda dentro de los hospitales (1a. parte)

Por Genoveva Javier Pérez

Dicen que la muerte es un proceso irreversible, y no se equivocan


Dicen que la muerte es un proceso irreversible, y no se equivocan. Pero también es un negocio que en Tabasco se enturbia con indignación, abuso de confianza, amenazas y otros tantos ilícitos que hacen más dolorosa la pérdida y el duelo de quienes aún permanecemos con vida.

He aquí mi historia y mi llamado de atención:

Para algunos, la muerte es un visitante imprevisto. En el caso de mi abuelita, fue la crónica de una muerte anunciada, donde el cáncer asumió, una vez más, el papel de asesino implacable. Octubre fue un mes de sustos, pero también de esperanza. Noviembre llegó demostrando por qué es un mes de muerte, y mi abuelita, una velita que se apagaba poco a poco.

Por recomendación médica, comencé a “arreglarlo todo”. Como ella era jubilada y tenía prestaciones, investigué qué agencias funerarias tenían convenio con el ISSSTE.

Con calma y empatía, personal de la dependencia en la Ciudad de México me proporcionó vía telefónica nombres, teléfonos y direcciones de todas las funerarias con convenio oficial, además de explicarme lo que ello implicaba.

Esto me permitió hacer los trámites con tiempo y, lo más importante, con la cabeza serena. La idea era que, cuando sucediera lo inevitable, todo estuviera listo. Son los preparativos más dolorosos que he realizado. Pero no contaba con que alguien haría aún más penoso y desagradable el duelo por la muerte de mi ser querido.

 

El engaño comienza

El día fatal llegó. Como paréntesis, puedo decir que las enfermeras y el personal de trabajo social del ISSSTE se mostraron verdaderamente humanos, con muestras de apoyo sincero. Sin embargo, como en todos los ámbitos, hay de todo, y los malos elementos también existen. Esto es clave para lo que les voy a revelar.

Era domingo por la noche. Apenas había llegado a casa a comer algo después de estar en ayunas todo el día (quienes conocen la zona saben que, después de las cinco de la tarde, ya no hay venta de alimentos en ISSSTE Altozano). Entonces, el teléfono sonó con la fatal noticia. Regresé al hospital.

Ya se había dado el cambio de guardia, tanto de enfermería como de trabajo social, así que el personal que me conocía ya no estaba, especialmente por ser día feriado. De ese nuevo turno alguien filtró mis datos de contacto.

Como mencioné antes, yo ya había dejado arreglada la parte funeraria. Sin embargo, para mi sorpresa, tras recibir la llamada del hospital, otra llamada entró: alguien se identificó como líder del sindicato del ISSSTE.

En mi premura, le dije que no podía atenderlo, pero insistió diciendo que sabía del fallecimiento de mi abuela y que quería apoyarme con los servicios funerarios. Mi primer pensamiento fue: qué amable, gracias, pero ya esa parte la tengo arreglada.

Insistió. Le dije que tenía urgencia de ir al hospital, y me respondió que allí me vería para acompañarme en lo que se ofreciera.

—No es necesario —le dije—. No entiendo qué tiene que ver el sindicato en esto.

Llegué al hospital y me reuní con el agente de la funeraria con la que ya había hecho los arreglos previos.

El supuesto líder sindical me volvió a llamar. Me dijo que ya estaba en el hospital. Le respondí que yo también. Sin embargo, jamás se acercó. No lo hizo porque, aunque a mí no me conocía, desde la distancia reconoció a la persona que se encargaría de los trámites funerarios.

Ese sujeto no era un líder sindical, sino parte de una mafia funeraria.  Una red que amedrenta a las funerarias de la competencia y que lamentablemente recibe la ayuda de personal del hospital. No de todos, pero sí de ciertos empleados que aceptan gratificaciones por avisarles y proporcionarles el número de contacto de los familiares que acaban de perder a un ser querido.

 

Un negocio sucio que se apoderó de los hospitales

El modus operandi es casi siempre el mismo. Contactan de inmediato a los familiares. Si estos ya han contratado a otra funeraria, bajan el precio para mejorarlo. Pero es parte del engaño. Al final, se cumple el dicho: dan gato por liebre. Lo que ofrecen no se cumple, y los deudos terminan con ataúdes o servicios al costo, los mismos que se asignan a quienes reciben asistencia de beneficencia.

El estado mental de un familiar en duelo es frágil, está en conmoción, no piensa con claridad. Esa es la primera estrategia: aprovecharse de la vulnerabilidad.

Si la persona se mantiene firme y no accede, comienzan las llamadas insistentes. Una, dos, tres veces o las que sean necesarias hasta que consiguen el nombre de la funeraria contratada.

Es entonces cuando las amenazas comienzan. Persiguen a los trabajadores de las funerarias competidoras, los amenazan con golpes o con supuestos vínculos con generadores de violencia.

Los hospitales Juan Graham, ISSSTE, ISSET y Rovirosa son sus dominios. Nadie más puede trabajar allí.

No hay dependencia que regule la libre competencia de las funerarias ni sancione la presión y el hostigamiento que sufren quienes acaban de perder a un ser querido. Mucho menos hay castigo para el fraude de incumplimiento que ha afectado a un numeroso grupo de familias.

Cuando pregunté qué hacer en caso de que un deceso ocurriera en casa y se requiriera un certificado médico, nadie en el ISSSTE supo darme información. Llamé a las oficinas de Casa Blanca, pero nunca respondieron. El personal de recepción del hospital ubicado en Altozano intentó ayudarme, pero tampoco lograron contactar a nadie.

Finalmente, tras mucho preguntar por todos lados, en la planta alta, una trabajadora social me dijo:

—Yo sé de alguien que la puede ayudar.

Llamó a un desconocido, quien no respondió a mi pregunta, pero, sorpresivamente, me ofreció servicios funerarios. Para ese momento, le dije que luego lo contactaría.

No esperó.

Horas después, me llamó. Ese día y al siguiente, presionando para que contratara sus servicios.

Le dije que no, gracias. Lo bloqueé. Demasiada insistencia en esas circunstancias no es amabilidad, es una alerta roja.

 

Impunidad absoluta

Luego del incidente con el supuesto líder sindical, el agente funerario me dijo quién era realmente.

En 2025, más de 20 personas en el ISSSTE han sido hostigadas y presionadas para contratar los servicios de esta mafia. Otro tanto ha sido víctima en el Juan Graham. En años anteriores, la cifra suma cientos de personas engañadas con servicios que nunca recibieron, con ofertas falsas de mejor precio, sin mencionar la violencia verbal y coacción hacia personal de otras empresas funerarias de la competencia.

Esta red, encabezada por personal de Funeraria Méndez, opera con total impunidad. Hace lo que quiere y tiene cómplices entre el personal de los hospitales públicos de Tabasco. Con gran facilidad se hace pasar por un líder sindical o cualquier otro funcionario para salirse con la suya.

Tiempo después de los sucesos narrados, marqué al número telefónico registrado, de dónde provino la llamada del supuesto líder sindical, que no es líder, ni tiene nada que ver con el ISSSTE y más importante aún, su funeraria no se encuentra tiene convenio alguno firmado con el ISSSTE, lo cual fue confirmado en las oficinas centrales en la ciudad de México.

Esa persona se identificó bajo el nombre de Juan Carlos y cuando pregunté por el líder sindical del ISSSTE, dijo que quizá era un antiguo colaborador llamado Jorge Luis, quien colaboraba en dicho sindicato.

Es cierto que hasta la muerte es negocio, pero no se vale manipular, coaccionar, mentir ni impedir la libre elección de una funeraria.

Especialmente cuando esa empresa ni siquiera tiene convenio con el ISSSTE. Trabaja bajo el agua, aprovechándose del dolor ajeno.

 

¡Basta ya de tanta impunidad!

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