Este verano, las redes sociales han sido testigos no solo del sol, la arena y el mar, sino de la exhibición pública del doble discurso de quienes prometieron encarnar la llamada "austeridad republicana". Varios integrantes de Morena —ese movimiento que se presentó como el adalid de la honestidad y la cercanía con el pueblo— han protagonizado titulares no por su trabajo legislativo o de gestión, sino por sus viajes de alto costo, destinos exclusivos y estilos de vida que rayan en la ostentación, justo en medio de una crisis económica que todavía golpea a millones de mexicanos.
Mientras a muchos ciudadanos no les alcanza para la canasta básica, algunos miembros de la autodenominada “cuarta transformación” comparten imágenes en yates, hoteles de cinco estrellas en Europa o en islas privadas, cenas de alta cocina y experiencias VIP. ¿La ironía? Que lo hacen sin pudor, como si no cargaran el compromiso público de representar la voz de los que menos tienen.
Pero esto no es solo una cuestión de sensibilidad política —que ya de por sí deja mucho que desear—, sino de legalidad. Morena legisló la Ley Federal de Austeridad Republicana, donde se prohíbe expresamente el uso de recursos públicos para lujos innecesarios, se pide limitar los viajes internacionales y se establece una clara política de contención de gastos. Entonces, ¿Cómo se explican estos derroches? ¿Quién paga? ¿Y por qué no hay consecuencias? Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña fueron señalados por vuelos en primera clase y helicópteros privados, que a pesar de pagarse “con dinero propio”, contravienen la idea de compartir sencillez y modestia con la ciudadanía.
La respuesta es tan vieja como el poder: se diluye en excusas, justificaciones administrativas y, sobre todo, en la conveniencia política. La austeridad, como tantas otras promesas de campaña, se convirtió en un discurso decorativo, útil mientras servía para señalar a los de antes. Pero hoy, que los reflectores los enfocan a ellos, la palabra “coherencia” se desvanece.
Lo más alarmante es que esta conducta genera un mensaje muy peligroso: que la transformación prometida puede ceder frente a los mismos vicios del pasado si no hay rendición de cuentas. Los viajes no son solo viajes; son símbolos. Son la prueba de que el poder seduce, corrompe o al menos adormece las convicciones cuando se sube al pedestal de la impunidad.
En una democracia madura, el ejemplo sigue siendo la mejor herramienta política. Y hoy, lamentablemente, muchos de los líderes que juraron no traicionar al pueblo están demasiado ocupados subiendo stories desde sus suites de lujo como para recordarlo.
Hagamos un recuento rapidito de los personajes que las redes sociales han denunciado:
1. Mario Delgado (Secretario de Educación Pública) Fue fotografiado desayunando en el hotel Pousada de Lisboa, Portugal, considerado uno de los más exclusivos del país. Su presencia llamó la atención en redes sociales por su contraste con la austeridad que él mismo pregonaba. Occidental publicó imágenes que viralizaron su estancia.
2. Ricardo Monreal Ávila (Coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados) Fue visto desayunando en el restaurante Flor y Nata, dentro del hotel Rosewood Villa Magna en Madrid. Además, usó un helicóptero privado para transportarse desde el Congreso. Admitió haberlo pagado con recursos propios y celebraba su aniversario de bodas. Fue públicamente reprendido por la presidenta Sheinbaum por falta de humildad.
3. Andrés Manuel López Beltrán (Secretario de Organización de Morena e hijo del expresidente López Obrador) Captado en el hotel Okura de Tokio, Japón, y luego en una tienda Prada en el distrito de lujo de Aoyama. Su ausencia del Consejo Nacional de Morena coincidió con su viaje y provocó grave polémica interna.
4. Enrique Vázquez Navarro (Diputado federal de Morena) Se le vio en un antro de alto nivel en Ibiza, España. Lo más alarmante: su productividad legislativa fue prácticamente nula. Apenas tiene un punto de acuerdo presentado y una aparición en tribuna en 10 meses.
5. Pedro Haces Barba (Diputado federal y líder sindical morenista) Captado de viaje por lugares como Madrid, Nueva York, e incluso la Fórmula 1 en Miami. Tiene un estilo de vida siempre vinculado a la opulencia; fue señalado por usar helicóptero privado junto con Monreal.
6. Miguel Ángel Yunes Linares (Aliado cercano de Morena desde Veracruz) Viajó a la isla de Capri, Italia; se le tomó en un lujoso club de playa disfrutando de champaña de 2?000?€ y un reloj valuado en 4 millones de pesos. A pesar de su origen priista, ha participado en votaciones clave del partido.
La presidenta nacional de Morena, Luisa María Alcalde, informó que estos actos no constituyen corrupción, pero enfatizó que ningún militante debería promover lujos personales. Recordó a los dirigentes que llevaron el modelo de la “justa medianía” como norma de conducta.
No basta con que los viajes sean personales: en un contexto político donde se predica austeridad desde los predios oficiales, cada imagen pública cuenta. Estas acciones no solo evidencian una doble moral dentro del partido, sino que desafían la credibilidad del discurso de la Cuarta Transformación.
Si la austeridad era el símbolo del cambio, hoy la incongruencia es la marca que mancha ese ideal. Ese ha sido el gran problema, la hipocresía, la letanía que hemos escuchado los últimos siete años, sí, siete años ya, de: “nosotros somos diferentes”. Cuando ha leguas nos demuestran lo contrario.
Porque cuando las élites practican ostentación y la austeridad se convierte en solo un slogan, el discurso se desvanece —pero el engaño permanece.