En mi opinión estaba cantado desde un principio, si era necesario el gobierno de AMLO usaría a Peña para los fines políticos-electorales que así convengan.
Los pactos y traiciones son parte de la política de México, basta con repasar la historia.
Lo que viene es un proceso legal-mediático que centrará la atención de la opinión pública en el expresidente Peña y buscará aprovechar el escándalo político-electoral a favor de este gobierno.
Una estrategia calculada y planeada quirúrgicamente con gran timing.
Dudo que el objetivo sea llevarlo a la cárcel, pero sí usarlo como un argumento que refuerce el discurso anti corrupción y al mismo tiempo debilitar al grupo Atlacomulco, de paso terminar de quebrar la alianza opositora PAN-PRI-PRD.
AMLO está entrando en zona roja, de acciones y definiciones políticas, la zona de turbulencia y caos que a él le gusta y que domina a la perfección.
El pacto con el grupo de Peña podría romperse de ser necesario.
AMLO va por la continuidad de su proyecto transformador, y si el escenario y las circunstancias lo obligan, no dudará en usar a Peña.
¿Hasta dónde?
Hasta donde sea políticamente necesario.
