El secretario general de la ONU, António Guterres, lanzó un alarmante llamado desde Belém, Brasil, al advertir que el mundo enfrenta una “negligencia mortal y un fracaso moral” ante la crisis climática. Sus palabras coinciden con fenómenos que hace apenas unos años habrían parecido imposibles: la llegada de especies de mosquitos a lugares donde históricamente no podían sobrevivir.
Uno de los casos más sorprendentes ocurrió en Islandia, un país considerado hasta ahora uno de los pocos territorios libres de estos insectos. Tras una primavera con temperaturas récord, se confirmó por primera vez la presencia del mosquito Culiseta annulata, una especie resistente al frío típica de Europa y Asia.
El biólogo Santiago Jaume Schinkel, quien pronto se incorporará al Instituto de Biología de la UNAM, explicó que el insecto llegó probablemente por medios humanos, transportado en barcos o aviones, y fue identificado inicialmente gracias a publicaciones de ciudadanos en redes sociales, posteriormente verificadas por especialistas islandeses.
Este hallazgo, resaltó, demuestra el valor de la ciencia ciudadana para detectar especies que pueden convertirse en riesgos ambientales o de salud pública.
Aunque aún no está claro si existe ya una población estable en Islandia, el hecho de que los mosquitos fueran encontrados en estado silvestre fue suficiente para encender alertas científicas, ya que antes el clima impedía su supervivencia. Un segundo caso se registra en Colorado, Estados Unidos, donde el mosquito Aedes aegypti —transmisor de dengue, chikungunya y zika— está prosperando en zonas montañosas donde antes no podía sobrevivir debido al frío.
Según datos citados por Jaume, en 2024 se encontraron cientos de mosquitos adultos y huevos en áreas que solían ser demasiado frías para esta especie. El especialista comparó este fenómeno con lo que ha ocurrido en Ciudad de México, donde el calentamiento global ha permitido que el mosquito ascienda a altitudes superiores a los 2 mil metros, algo impensable décadas atrás.
Jaume explicó que estas expansiones geográficas responden principalmente al aumento sostenido de la temperatura global y a la disponibilidad de agua para que las larvas se desarrollen. Aunque en lugares como Colorado y la capital mexicana todavía no se han registrado casos autóctonos de dengue o zika, la presencia del vector abre la posibilidad de que en el futuro surjan ciclos de transmisión.
“Para que haya enfermedad se necesita al vector, al patógeno y a los hospedadores; tener al mosquito es tener una parte clave del problema”, advirtió.
El especialista insistió en que el calentamiento global está modificando las fronteras naturales de muchas especies y permitiendo que mosquitos típicos de regiones cálidas avancen hacia zonas templadas o frías. Esta expansión, dijo, es un recordatorio tangible de cómo el cambio climático está alterando ecosistemas en todo el planeta. Según concluyó, “lo que vemos es una expansión gradual hacia regiones templadas o frías, y eso se explica por el aumento sostenido de las temperaturas”.