Las inundaciones que devastaron municipios de Veracruz, San Luis Potosí, Hidalgo y Querétaro no son consecuencia exclusiva de “lluvias atípicas”, sino del deterioro ambiental acumulado.
Así lo advirtió Robert Hunter Manson, investigador del Instituto de Ecología (Inecol), quien explicó que la deforestación, el mal manejo de cuencas y la ausencia de planeación territorial han incrementado la vulnerabilidad ante las tormentas.
“Estos desastres no son naturales, son provocados por lo que estamos haciendo. La deforestación genera más escurrimiento, menos infiltración y más riesgo de inundación; y eso coincide con las zonas más afectadas”, señaló Manson.
Cuencas sin manejo y decisiones locales de riesgo
El especialista detalló que su equipo analizó los impactos de tormentas como Catrina (1999), Stan (2005) y Karl (2010), encontrando una correlación directa entre deforestación y daños materiales y humanos.
Donde se pierde el bosque, el suelo pierde capacidad de absorber el agua y los ríos se desbordan con mayor facilidad.
México cuenta con herramientas técnicas como los Planes de Acción de Manejo Integral de Cuencas (PAMIC), que permiten identificar zonas clave para reducir erosión y conservar biodiversidad, pero sólo se aplican en 10 o 15 cuencas.
“Si se usaran de manera integral, podríamos reducir significativamente los impactos”, afirmó el investigador.
También cuestionó la autorización de viviendas en zonas inundables:
“Sabemos perfectamente qué lugares se van a inundar, pero se siguen otorgando permisos para construir ahí”.
Presupuesto ambiental en retroceso
Manson señaló que México está entre los 10 países con mayor tasa de deforestación, mientras el presupuesto de CONAFOR y CONANP ha disminuido.
“Invertir en medio ambiente no es altruismo. Nuestro bienestar depende de los ecosistemas, y el deterioro ambiental ya cuesta al país 4.2% del PIB”, dijo.
Recordó que México se comprometió a conservar el 30% del territorio nacional para 2030 (meta 30x30), pero el avance actual es de solo 12 a 14%.
“Faltan pocos años y el progreso es lento. Sin voluntad política y apoyo social no llegaremos a la meta”, advirtió.
Cambio climático y lluvias extremas
El investigador cuestionó el uso del término “lluvias atípicas”, explicando que eventos antes considerados excepcionales ocurren ahora cada década.
“El promedio global sube 1.5 °C, pero lo preocupante son los extremos: tendremos más años con lluvias intensas y otros con sequías severas”, señaló.
Agregó que el calentamiento del mar está intensificando los ciclones, lo que obliga a revisar los sistemas de alerta temprana. “Tormentas como Otis se fortalecen de forma explosiva y los modelos actuales no lo anticipan”, apuntó.
Entre las acciones urgentes, Manson destacó el Programa de Restauración Nacional de la Semarnat y los pagos por servicios ambientales de Conafor, que fomentan acuerdos entre comunidades para conservar bosques y garantizar agua limpia.
Sin embargo, advirtió que ambos enfrentan recortes presupuestales.
“El pago por servicios ambientales es clave: quienes cuidan los bosques garantizan agua para los que viven río abajo. Pero sin apoyo financiero, el sistema se debilita”, explicó.
Finalmente, llamó a pasar de la reacción a la prevención: “Hay mucha solidaridad cuando ocurren tragedias, pero poca acción para evitarlas. Seguimos repitiendo los mismos errores, y el costo se mide en vidas, dinero y pérdida ambiental.”
Fuente y Foto: AVC/atf