Cuando el arte se convierte en puente, la música se transforma en esperanza. Así ocurrió en la Casona del Teatro, donde el segundo concierto con causa “Un canto por la esperanza” logró, una vez más, unir corazones y voluntades en favor de los hermanos del norte de Veracruz, quienes aún padecen los estragos de las lluvias y el desbordamiento del río Cazones.
Bajo la dirección de Iván Barradas, el recinto volvió a ser testigo de un acto de solidaridad, en el que la voz de Jorge Glezz se convirtió en símbolo de empatía, humildad y compromiso social. Desde que se le propuso participar en este proyecto, el cantante dijo “sí” sin dudarlo, con la sencillez que distingue a los grandes y con la humanidad de quien entiende que el arte también puede aliviar el dolor.
Durante más de dos horas, Jorge Glezz ofreció un recorrido musical por distintos géneros y épocas, interpretando temas como “Señora”, “Desesperado”, “Algo Contigo”, “Soy lo prohibido”, “Si nos dejan” y un vibrante popurrí ochentero, entre muchos otros. Cada canción fue recibida con aplausos que no solo premiaban su talento, sino también su entrega.
El concierto tuvo un momento particularmente emotivo con la participación del tenor Carlos Armando, un reconocido promotor del bolero y su rescate cultural. Acompañado únicamente de su guitarra, su voz profunda y cálida regaló cinco interpretaciones impecables que hicieron vibrar la sala. El público, conmovido, respondió con una oleada de aplausos y vivas.
La noche no solo fue un concierto, fue una lección: que la música, cuando nace del corazón, puede mover montañas, tocar almas y recordar que la solidaridad también suena.