Una vez que ha comenzado la temporada de lluvias, expertos advierten de la erosión hídrica (proceso de desgaste y remoción del suelo y las rocas por la acción del agua, ya sea por lluvia, escorrentía o corrientes de agua).
Francisco Javier Ugalde, investigador del Campo Experimental Cotaxtla, afirma que aunque se trata de un fenómeno natural el problema se agudiza cuando el hombre hace movimientos de suelo tanto en el ámbito rural como el urbano sin tomar en cuenta la cobertura vegetal.
"Si tenemos terrenos con muchas pendientes, laderas, o por ejemplo, en zonas habitacionales en donde cortan terrenos y dejan todo descubierto al rato es un problema dependiendo de la intensidad y frecuencia de la temporada" de precipitaciones.
En entrevista explicó que una gota de lluvia de 6 milímetros de diámetro cae a una velocidad de 32 kilómetros por hora, cuando golpea al suelo que está desprotegido salpica esas partículas que se mueven hacia los lados y después con el escurrimiento se las lleva.
"La erosión es natural, la erosión hídrica, la erosión eólica, pero si empezamos a hacer acciones y modificamos la topografía del terreno, hacemos cortes y no suavizamos las pendientes, no protegemos con vegetación, estamos abriendo el paso a la erosión".
Lo mismo ocurre en una parcela en donde hay siembra de maíz o algún otro cultivo, sobre todo cuando el terreno está totalmente descubierto, las plantas están pequeñas y no existen surcos en contorno o bordos para conducir el agua y que sea menos agresiva.
Como ejemplo citó un estudio realizado en la región de Los Tuxtla, caracterizada por topografía "accidentada", en una pendiente agrícola sembrada se fueron 400 toneladas de tierra por año, unos 100 camiones de volteo de cuatro toneladas.
Sugirió a los agricultores implementar mecanismos para controlar la erosión como surcos en contorno, muros vivos, coberteras que evita mover el suelo, entre otras medidas que pueden replicarse en áreas urbanas.