Una cruz de metal pintada de blanco, con los nombres de las personas que murieron por la explosión de los puestos de pirotecnia del mercado de Veracruz hace 22 años, mantiene vivo el recuerdo de aquel fin de año trágico que marcó a los veracruzanos.
Ese monumento, dedicado a una tragedia y que para muchos pasa desapercibido, es el recuerdo de las 28 personas que murieron en la explosión, según cifras oficiales, pero algunos testimonios de los comerciantes que vivieron ese hecho aseguran que fueron más.
El 31 de diciembre de 2002 explotaron varios puestos de venta de artificios pirotécnicos frente al mercado Hidalgo, en la esquina de la calle Juan Soto del municipio de Veracruz. La tragedia abarcó varias cuadras a la redonda.
Hubo 28 muertos, 50 lesionados, la mayoría por inhalación de humo tóxico, así como vehículos, puestos fijos y edificios quemados, de acuerdo con datos del Centro Nacional de Prevención de Desastres.
“Yo había ido a la casa a hacer lo de la comida, acá estaba mi mamá y mi tía, vine por ellas, me las llevé, fue un año muy especial, de mucha tristeza para los comerciantes, que hasta ahorita no se olvida”, cuenta Isabel Ortiz, comerciante del lugar.
La comerciante narra aquel día donde vio morir a muchos de sus colegas, amigos e incluso dos familiares suyos. Describe ese momento como una escena de terror, con personas corriendo para escapar del fuego, resguardando sus tanques de gas, los niños gritaban y el olor de la pirotecnia que se quemaba estaba en todo el aire.
“La gente corría, las cocina, empezaron a desalojar todos los tanques de gas, se los llevaron para Allende, para evitar una tragedia más grande, el viento soplaba, la gente corría, los niños lloraban. Estuvo muy, muy difícil”.
Luego de esa tragedia, las autoridades de Veracruz prohibieron la venta de cohetes y cada año realizan decomiso de estos artefactos.
“Ojala y tuviera más conciencia la gente en no vender esos productos, porque luego los niños andan jugando y no nos fijamos y puede ocurrir un accidente muy serio para ellos”.
