Cemitas poblanas, ¿con pápalo y cebolla?

Imagen Cemitas poblanas, ¿con pápalo y cebolla?

Por: Redacción xeu

Ya sea que viva en Puebla capital, esté de paseo, de viaje de negocios o sólo de paso para llegar a otra ciudad, es imperdible que al llegar a esta ciudad no se le antoje comer una cemita poblana, un antojo exclusivo de la gastronomía que distingue al estado de Puebla y que conquista a miles de paladares locales, nacionales y extranjeros.

Este plato salado, que puede ser comparado con una torta compuesta pero que no tiene igual, la puede hallar en estanquillos, en puestos ambulantes, centros comerciales, cocinas económicas e incluso restaurantes.

La variedad y precio queda a elección del consumidor, lo que convierte a la cemita en un antojo rico, barato, y suficiente para dejar satisfecho al más tragón.

Pero antes de llegar a los ingredientes que componen a este pan, -dicen que es hermana de la torta y prima del pambazo- vayamos a la historia.

La página oficial de Turismo del gobierno del estado retoma datos históricos dados a conocer por Carlos Eduardo Benitez, historiador del Consejo Nacional de Cultura y las Artes (Conaculta), quien señala de dónde proviene el nombre de cemita.

“Es eminentemente ibérica e hija de dos variedades de pan que durante la Colonia eran entregadas en tributo a la corona española por la ciudad de Puebla: un bizcocho de sal largo y duro y un panecillo o galleta hueca parecidas al pambazo francés, que se difundió en la intervención militar francesa contra México (1863-1867)”.

“Ambos panes, elaborados para conservarse y ser consumidos en los largos viajes de navegación a España y Filipinas, podían durar de 4 a 8 meses. Se hacían con distintas clases de harina de Atlixco, entonces el “granero de México”, municipio que junto con Puebla, San Martín Texmelucan, Cholula e Izúcar de Matamoros conserva la tradición de la cemita”.

De acuerdo al historiador, el nombre de cemita tiene relación con el pan sin levadura de origen judío (semita) cultivado en España por la población sefardita (judío-española) desde el Imperio Romano. Puebla tributaba a Madrid con toneladas de panes seis veces al año, para abastecer sus tripulaciones de altamar en los océanos Atlántico y Pacífico.

Aparece como alimento de obreros y artesanos, el típico itacate de la clase popular, un tentempié que se compartía. Fácil de guardar y transportar, pues se come frío, es rendidor y barato.

Para degustar de una cemita cualquier horario es bueno, las hay para todos los gustos, la tradicional es de pata de res a la vinagreta, la hay de jamón, carne enchilada, carne adobada, de salchicha, de chile relleno de queso y capeado, pollo deshebrado, de queso, quesillo, de pierna blanca; pero, sin duda, la que más piden los antojadizos es de milanesa de puerco.

Fuente: Notimex/doh/Foto: archivo

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