Cada 8 de marzo se conmemora en México y en diversos países del mundo el Día Internacional de la Mujer. No obstante, en esta fecha surge una de las dudas recurrentes: el por qué no se debe felicitar ni celebrar, sino recordar y reflexionar sobre la lucha por los derechos de las mujeres y las deudas pendientes en materia de igualdad de género.
El Día Internacional de la Mujer tiene sus raíces en los movimientos feministas que, desde el siglo XIX, han buscado la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el movimiento por los derechos de las mujeres comenzó en 1848, durante la Convención de Seneca Falls en Nueva York, cuando figuras como Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott exigieron derechos civiles, sociales y políticos para las mujeres.
A pesar de que la fecha ha cobrado mayor relevancia en la agenda pública, su verdadero significado a menudo se distorsiona. En lugar de servir como un espacio de reflexión y exigencia, muchas empresas, instituciones e incluso figuras políticas aprovechan el 8M para convertirlo en una oportunidad comercial o en un evento de reconocimiento superficial. Descuentos, flores y felicitaciones son algunas de las ofertas que suelen inundar este día, cuando en realidad se trata de un llamado a la memoria histórica y a la exigencia de derechos fundamentales.
Felicitar a las mujeres el 8 de marzo no solo minimiza la esencia de la conmemoración, sino que también desvirtúa su propósito.